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by Frakamor » 11 May 2012, 17:28
Bueno, me he animado a hablar un poquito de este atípico álbum de Tintín. Y cuando digo atípico es porque tal vez sea uno de los que menos acción posee, quiero decir, que es muy teórico... no sé si me explico, pero ¡ojo! no por ello que sea aburrido.
En este cómic apenas hay lugar para las cabriolas, los saltos, las persecuciones en tren, las correrías entre montañas o los golpes de kung-fu. Rápidamente -en la 2 página- nuestros héroes se ponen inmediatamente en marcha, rumbo a Syldavia. Y francamente, si no llega a ser porque cuando lo leí sabía de antemano de qué iba a ir la aventura (el título del álbum y la portada son muy reveladores), hubiese imaginado que sería una aventura desarrollada en un contexto puramente militar (como El cetro de Ottokar), y no, se trata de viajar a la Luna. Hace poco que lo volví a leer y no deja de asombrarme que Hergé escogiese un pequeño país balcánico para una aventura lunar. Desconozco la situación económica de Syldavia en los años 50, pero no creo que fuese como para desarrollar semejante proyecto cuando el país no tiene ni carreteras bien asfaltadas. En esta última relectura también me llamó la atención el carácter tan "soviético" que tienen los militares sildavos (y más todavía cuando el país se supone que es una monarquía), incluso el uso del cirílico no deja de sorprenderme porque aunque es cierto que en algunos países balcánicos se emplea tampoco es muy corriente en un país de miras occidentales... y además, ¿por qué en los cuadros de textos que reproducen conversaciones en sildavo no aparecen también en cirílico y están romanizados? Son detalles sorprendentes en los que uno cae en segunda lecturas.
Como decía, un cómic muy pausado, puramente técnico y científico. El cómic entero son los preparativos de un viaje lunar que Tornasol está ideando. Es curioso ver la rapidez con la que este personaje llega a la serie y la fuerza con la que lo hace. Porque gracias a él se pudo comprar el Castillo del Molino, él tiene un papel vital en el díptico 7 bolas de cristal-Templo del Sol y volverá a ser protagonista en El asunto Tornasol. De hecho, pienso que la aventura está hecha para lucimiento del bueno del profesorcete Tornasol. Es cierto que protagonizará algún gag humorístico inconmensurable (deje de hacer el indio), pero adoptará una postura mucho más seria y más responsable que en otros cómics, incluso llegará al punto de ponerse sonotones o usar la trompetilla -o la pipa del capitán- para escuchar bien.
Me quito el sombrero ante el imponente despliegue de dominio del dibujo que se muestra en este álbum. Sorprendente lo bien conseguida que está la perspectiva, las proporciones, los puntos de fuga también se respetan, los detalles de carácter técnico, el empleo del color, los fondos tan detallados, en resumen, un nivel gráfico excelente.
Y desde luego, la brillantez con la que se incorpora a la historia el suspense que necesita para no caer en una saturada clase de física, introduciendo el elemento antagonista tanto en el lanzamiento del cohete de prueba (tal vez mi parte favorita del álbum) o la aparición del coronel Jorgen. Por no hablar de la solemnidad que envuelve las últimas páginas, imponentes sin duda, donde nuestros héroes pierden la sangre fría en incluso se dejan llevar por el miedo y los nervios. Unas últimas páginas de una belleza plástica magistrales, ese cielo negro como la muerte al que se dirige ese tétrico cohete que parece una V2 o un féretro...
A pesar de ello tengo que admitir que la aventura lunar no está entre mis álbumes predilectos, es verdad que el mérito es brutal, tal vez tenga más mérito que el resto en cuanto a dibujo y documentación (especialmente Aterrizaje en la Luna por la apabullante precisión con la que se representa la superficie lunar), pero el mundo de Tintín es la Tierra, no el espacio y a Tintín le va más atravesar el cielo en avioneta, cruzar en tren los Andes, o escapar en lancha y llegar a las costas árabes que montarse en un cohete y manejar los mandos de la nave para aterrizar, o hacer actvidades de astrofísico... Y por momentos reconozco que se hace un poquitín pesado este cómic.
Un poco más al Oeste