EL ASUNTO "SMOKESCREEN"
Moderator: pedrorey
- Bigtwin1000
- Tornasol (Rango 38º)
- Posts: 5174
- Joined: 07 Jul 2007, 22:44
Re: OBJETIVO: RASTAPOPOULOS 2 (Provisional)
Que intriga
EL ASUNTO "SMOKESCREEN"
CAPITULO DIEZ
Nada más llegar al “Hotel Lord Nelson” se dirigieron a la recepción y preguntaron allí. Les dijeron que no había nadie registrado como Blumenstein. Seguramente habría utilizado otro nombre falso. Le mostraron al recepcionista una foto del Pierre Jacobs y tampoco le reconoció. ¿Qué había pasado allí? ¿Les había puesto Yves Rodier sobre una pista falsa? Solicitaron hablar con el dueño del hotel pero les atendió el encargado del establecimiento.
-Disculpe, necesitamos hablar con el dueño del hotel.
-No se encuentra en el país, agentes. Ha salido en viaje de negocios y no tiene fecha de regreso. Yo soy el responsable del hotel durante sus ausencias. ¿En qué puedo ayudarles?
-Soy el teniente Delcourt. Estamos buscando a una persona que se hospedó aquí, pero en su listado no aparece su nombre. Se trata del señor Blumenstein.
-¿Blumenstein? Tendría que mirarlo, pero su nombre no me es familiar.
-Esta es su foto.
El teniente Delcourt sacó las fotos que llevaba para las identificaciones, buscó la del doctor Jacobs y se la enseñó.
-Esta cara sí que me suena, pero no como huésped sino como invitado.
-¿Invitado?
-Sí. Tenemos un par de viviendas supletorias al propio edificio del hotel que no se alquilan al público, están reservadas única y exclusivamente para visitas comerciales por orden expresa del dueño. Este señor suele hospedarse en una de ellas. Y es normal que mi compañero no lo haya identificado, porque el acceso a las viviendas supletorias está en el lateral del hotel y tienen su propia entrada.
-¿Hace mucho que estuvo por aquí?
-Pues estuvo hace un par de semanas, acompañado de su esposa. Suele quedarse unos diez días cada vez que viene, pero esta última vez se fue muy rápido. Incluso perdió su documentación. La encontró otro huésped en la acera y me la dio a mí en persona, para que se la devolviese al dueño. Aún no ha vuelto, así que…
-¿Aún tiene usted su documentación?
-Claro que sí.
-Necesitamos que nos la facilite. Y necesitamos revisar la vivienda en la que suele hospedarse.
Cuando fue a guardarse las fotografías en el bolsillo se le cayeron al suelo. El retrato de Rastapopoulos se separó del resto y quedó bocarriba.
-Mire, este es el dueño del hotel.
-¿Cómo? ¿Nick Rodwell es el dueño del hotel?
-¿Cómo le ha llamado? ¿Nick qué…?
-Nick Rodwell.
-Creo que se equivoca de persona. Este es el señor Akass, Endaddine Akass.
El teniente Delcourt se quedó de piedra al oír aquél nombre. Había estudiado a Rastapopoulos y sabía que era otro de sus alias, posiblemente uno de los más recientes.
Después fueron a la vivienda que ocupó el doctor Jacobs, que no había sido limpiada desde que la abandonó porque seguía teniendo pertenencias personales. La registraron minuciosamente, todos los rincones, todos los cajones, los armarios, la cocina… todo en busca de alguna pista. Encontraron sobre la mesita del teléfono una libreta en las que se veía que habían arrancado unas hojas. El teniente Delcourt cogió un lapicero que había justo al lado y pintó a grandes trazos por encima de la última hoja, sin apretar para resaltar los surcos de lo que pudieran haber escrito en la última hoja. Se reveló un nombre y un número:
“Fourcart. 136-057-012”
Más abajo, separado por una raya horizontal, había otro nombre y una fecha:
“Puerto de Amberes. 19/3”
-¿Qué día es hoy?
-Catorce de marzo, teniente.
-Tengo que avisar a Hernández y Fernández, aún podemos atraparles.
-Teniente, venga a ver esto.
La agente de la Sûreté le llamaba desde el cuarto de baño. Había encontrado unas botellas de tinte oscuro para el cabello y en la bolsa de basura había mechones de pelo rubio y un trozo de cinta adhesiva con restos de lo que parecía ser pintalabios rojo.
-Han cambiado de aspecto. Y el cabello rubio debe ser de Bianca Castafiore… La tenían amordazada… Agente, vaya al despacho y encárguese de recoger la documentación que perdió el doctor Jacobs. Usted, recoja todas estas pruebas en bolsas limpias. Cuando lo tengan todo diríjanse a la recepción del hotel. Nos veremos allí, tengo que hacer una llamada urgente.
Nada más llegar al “Hotel Lord Nelson” se dirigieron a la recepción y preguntaron allí. Les dijeron que no había nadie registrado como Blumenstein. Seguramente habría utilizado otro nombre falso. Le mostraron al recepcionista una foto del Pierre Jacobs y tampoco le reconoció. ¿Qué había pasado allí? ¿Les había puesto Yves Rodier sobre una pista falsa? Solicitaron hablar con el dueño del hotel pero les atendió el encargado del establecimiento.
-Disculpe, necesitamos hablar con el dueño del hotel.
-No se encuentra en el país, agentes. Ha salido en viaje de negocios y no tiene fecha de regreso. Yo soy el responsable del hotel durante sus ausencias. ¿En qué puedo ayudarles?
-Soy el teniente Delcourt. Estamos buscando a una persona que se hospedó aquí, pero en su listado no aparece su nombre. Se trata del señor Blumenstein.
-¿Blumenstein? Tendría que mirarlo, pero su nombre no me es familiar.
-Esta es su foto.
El teniente Delcourt sacó las fotos que llevaba para las identificaciones, buscó la del doctor Jacobs y se la enseñó.
-Esta cara sí que me suena, pero no como huésped sino como invitado.
-¿Invitado?
-Sí. Tenemos un par de viviendas supletorias al propio edificio del hotel que no se alquilan al público, están reservadas única y exclusivamente para visitas comerciales por orden expresa del dueño. Este señor suele hospedarse en una de ellas. Y es normal que mi compañero no lo haya identificado, porque el acceso a las viviendas supletorias está en el lateral del hotel y tienen su propia entrada.
-¿Hace mucho que estuvo por aquí?
-Pues estuvo hace un par de semanas, acompañado de su esposa. Suele quedarse unos diez días cada vez que viene, pero esta última vez se fue muy rápido. Incluso perdió su documentación. La encontró otro huésped en la acera y me la dio a mí en persona, para que se la devolviese al dueño. Aún no ha vuelto, así que…
-¿Aún tiene usted su documentación?
-Claro que sí.
-Necesitamos que nos la facilite. Y necesitamos revisar la vivienda en la que suele hospedarse.
Cuando fue a guardarse las fotografías en el bolsillo se le cayeron al suelo. El retrato de Rastapopoulos se separó del resto y quedó bocarriba.
-Mire, este es el dueño del hotel.
-¿Cómo? ¿Nick Rodwell es el dueño del hotel?
-¿Cómo le ha llamado? ¿Nick qué…?
-Nick Rodwell.
-Creo que se equivoca de persona. Este es el señor Akass, Endaddine Akass.
El teniente Delcourt se quedó de piedra al oír aquél nombre. Había estudiado a Rastapopoulos y sabía que era otro de sus alias, posiblemente uno de los más recientes.
Después fueron a la vivienda que ocupó el doctor Jacobs, que no había sido limpiada desde que la abandonó porque seguía teniendo pertenencias personales. La registraron minuciosamente, todos los rincones, todos los cajones, los armarios, la cocina… todo en busca de alguna pista. Encontraron sobre la mesita del teléfono una libreta en las que se veía que habían arrancado unas hojas. El teniente Delcourt cogió un lapicero que había justo al lado y pintó a grandes trazos por encima de la última hoja, sin apretar para resaltar los surcos de lo que pudieran haber escrito en la última hoja. Se reveló un nombre y un número:
“Fourcart. 136-057-012”
Más abajo, separado por una raya horizontal, había otro nombre y una fecha:
“Puerto de Amberes. 19/3”
-¿Qué día es hoy?
-Catorce de marzo, teniente.
-Tengo que avisar a Hernández y Fernández, aún podemos atraparles.
-Teniente, venga a ver esto.
La agente de la Sûreté le llamaba desde el cuarto de baño. Había encontrado unas botellas de tinte oscuro para el cabello y en la bolsa de basura había mechones de pelo rubio y un trozo de cinta adhesiva con restos de lo que parecía ser pintalabios rojo.
-Han cambiado de aspecto. Y el cabello rubio debe ser de Bianca Castafiore… La tenían amordazada… Agente, vaya al despacho y encárguese de recoger la documentación que perdió el doctor Jacobs. Usted, recoja todas estas pruebas en bolsas limpias. Cuando lo tengan todo diríjanse a la recepción del hotel. Nos veremos allí, tengo que hacer una llamada urgente.
Last edited by zafiret on 09 Mar 2019, 21:19, edited 1 time in total.
Este foro es contagioso... ¡y hasta peligroso!
Cuidado con EL VIRUS CON COPETE.
Cuidado con EL VIRUS CON COPETE.
- Bigtwin1000
- Tornasol (Rango 38º)
- Posts: 5174
- Joined: 07 Jul 2007, 22:44
EL ASUNTO "SMOKESCREEN"
CAPITULO ONCE
El teniente Bellier estaba de vuelta en Bruselas. No había ni rastro de Tintín pero debían seguir con la investigación sobre Rastapopoulos. Estaba repasando todos los datos que le llegaban desde Canadá cuando recibió una llamada.
-Teniente Bellier, soy el detective Fernández. Tenemos pruebas sólidas para creer que el doctor Pierre Jacobs, Rastapopoulos y la doctora Kieckiens están a bordo de un barco con destino en Amberes. Llevan con ellos a Bianca Castafiore, aunque todavía no sabemos con qué fin. Si no hay problemas deberían llegar a puerto el diecinueve de marzo, dentro de cuatro días.
-Es una locura eso que me dicen. ¿Para qué iban a volver aquí cuando saben que les estamos buscando?
-Pues no lo sabemos, pero todas las pistas nos llevan a pensar esto. Descubrimos una libreta con un nombre y un número anotados: Fourcart, 136-057-012. Tal vez sea conveniente hacer una llamada a la Galería Fourcart para saber qué significa esto para ellos.
-La haré, llamaré ahora mismo.
-Por cierto, ¿ha conseguido usted averiguar algo sobre Tintín?
-Nada, es como si se lo hubiera tragado la tierra.
-Pues nosotros sí que tenemos algo y es bastante inquietante. Pudimos rescatar la documentación que el doctor Jacobs perdió en Halifax y unas anotaciones en su libreta de direcciones nos llevaron hasta una pequeña oficina dentro del recinto del propio puerto. Tuvimos que forzar la cerradura para poder entrar. Estaba totalmente acondicionado, con ventilación y luz eléctrica. Hacía la función de una sala de control en la que llevaban una vigilancia exhaustiva de Tintín, con fotos, fechas, sitios, mapas, rutas, artículos de periódico… Tintín estaba tratando de encontrar a Rastapopoulos para meterle entre rejas pero Rastapopoulos lo tenía totalmente vigilado a él. Sabía perfectamente dónde estaba en cada momento, por dónde se movía, con quién estaba, lo que hacía… En las paredes de esa pequeña oficina estaba colgada toda la vida de Tintín en los últimos años.
-Esto confirma que la desaparición de Tintín es otro secuestro. Pero sigo sin entender por qué están viajando todos hacia Amberes.
-Lo sabremos en breve, cuando les capturemos.
Colgó el teléfono y seguidamente llamó a la galería de arte. Mientras marcaba los números en el teléfono se dio cuenta de que la numeración que le había facilitado Fernández no se correspondía con ningún número telefónico.
-Galería Fourcart. Buenas tardes, le atiende Martina.
-Buenas tarde, señorita. Soy el teniente Bellier, de la Policía Federal Belga.
-Hola teniente. Dígame… ¿en qué puedo ayudarle?
-Verá, quería hablar con usted sobre el señor Rodwell y sobre el señor Blumenstein.
-Sí, son mi jefe y su asesor. Estoy en contacto con ellos constantemente. ¿Qué es lo que desearía saber usted?
-¿Cuánto tiempo hace que no habla con ellos?
-Pues ahora mismo hace… quince días, más o menos. Y es raro, porque suelo hacerlo un par de veces a la semana.
-Tengo entendido que ambos tienen su residencia en el continente americano, uno en Quèbec y el otro en Nueva York.
-Así es.
-Y usted está al cargo de la Galería Fourcart, ¿verdad?
-Sí, yo me encargo de las exposiciones, de las compras, de las ventas y de los envíos. Ellos sólo se encargan esporádicamente de alguna compra y del transporte. ¿Ocurre algo, capitán?
-Tenemos motivos para creer que el señor Rodwell se encuentra envuelto en un asunto de contrabando y que sólo utiliza el negocio de la venta de obras de arte como una simple tapadera.
-Eso que me dice es imposible. Como ya le he dicho, yo me encargo personalmente de los envíos. El señor Rodwell me puso en contacto con una empresa en el puerto de Amberes y realizamos todas las salidas por mediación suya. De hecho, poseemos un tinglado en el puerto en el que nos descargan la mercancía y que utilizamos como almacén. Es el tinglado de carga número 3.
El teniente Bellier se quedó de piedra. El tinglado número 3 de Amberes le traía muy malos recuerdos, allí fue donde asesinaron a Alain Boullu cuando lo confundieron con Tintín.
-Teniente… ¿sigue ahí?
-Sí, sí… disculpe… Señorita Vandezande, significan algo para usted los números 136-057-012.
-Pues ahora mismo… no caigo.
-Los hemos encontrado escritos en una libreta del señor Blumenstein junto al nombre de la Galería.
-Pues no sé… Disculpe, tengo un cliente esperando. Si le parece, voy a pensarlo detenidamente y si averiguo algo le llamaré.
-Muchas gracias, señorita Vandezande. Estaremos en contacto.
El teniente Bellier estaba de vuelta en Bruselas. No había ni rastro de Tintín pero debían seguir con la investigación sobre Rastapopoulos. Estaba repasando todos los datos que le llegaban desde Canadá cuando recibió una llamada.
-Teniente Bellier, soy el detective Fernández. Tenemos pruebas sólidas para creer que el doctor Pierre Jacobs, Rastapopoulos y la doctora Kieckiens están a bordo de un barco con destino en Amberes. Llevan con ellos a Bianca Castafiore, aunque todavía no sabemos con qué fin. Si no hay problemas deberían llegar a puerto el diecinueve de marzo, dentro de cuatro días.
-Es una locura eso que me dicen. ¿Para qué iban a volver aquí cuando saben que les estamos buscando?
-Pues no lo sabemos, pero todas las pistas nos llevan a pensar esto. Descubrimos una libreta con un nombre y un número anotados: Fourcart, 136-057-012. Tal vez sea conveniente hacer una llamada a la Galería Fourcart para saber qué significa esto para ellos.
-La haré, llamaré ahora mismo.
-Por cierto, ¿ha conseguido usted averiguar algo sobre Tintín?
-Nada, es como si se lo hubiera tragado la tierra.
-Pues nosotros sí que tenemos algo y es bastante inquietante. Pudimos rescatar la documentación que el doctor Jacobs perdió en Halifax y unas anotaciones en su libreta de direcciones nos llevaron hasta una pequeña oficina dentro del recinto del propio puerto. Tuvimos que forzar la cerradura para poder entrar. Estaba totalmente acondicionado, con ventilación y luz eléctrica. Hacía la función de una sala de control en la que llevaban una vigilancia exhaustiva de Tintín, con fotos, fechas, sitios, mapas, rutas, artículos de periódico… Tintín estaba tratando de encontrar a Rastapopoulos para meterle entre rejas pero Rastapopoulos lo tenía totalmente vigilado a él. Sabía perfectamente dónde estaba en cada momento, por dónde se movía, con quién estaba, lo que hacía… En las paredes de esa pequeña oficina estaba colgada toda la vida de Tintín en los últimos años.
-Esto confirma que la desaparición de Tintín es otro secuestro. Pero sigo sin entender por qué están viajando todos hacia Amberes.
-Lo sabremos en breve, cuando les capturemos.
Colgó el teléfono y seguidamente llamó a la galería de arte. Mientras marcaba los números en el teléfono se dio cuenta de que la numeración que le había facilitado Fernández no se correspondía con ningún número telefónico.
-Galería Fourcart. Buenas tardes, le atiende Martina.
-Buenas tarde, señorita. Soy el teniente Bellier, de la Policía Federal Belga.
-Hola teniente. Dígame… ¿en qué puedo ayudarle?
-Verá, quería hablar con usted sobre el señor Rodwell y sobre el señor Blumenstein.
-Sí, son mi jefe y su asesor. Estoy en contacto con ellos constantemente. ¿Qué es lo que desearía saber usted?
-¿Cuánto tiempo hace que no habla con ellos?
-Pues ahora mismo hace… quince días, más o menos. Y es raro, porque suelo hacerlo un par de veces a la semana.
-Tengo entendido que ambos tienen su residencia en el continente americano, uno en Quèbec y el otro en Nueva York.
-Así es.
-Y usted está al cargo de la Galería Fourcart, ¿verdad?
-Sí, yo me encargo de las exposiciones, de las compras, de las ventas y de los envíos. Ellos sólo se encargan esporádicamente de alguna compra y del transporte. ¿Ocurre algo, capitán?
-Tenemos motivos para creer que el señor Rodwell se encuentra envuelto en un asunto de contrabando y que sólo utiliza el negocio de la venta de obras de arte como una simple tapadera.
-Eso que me dice es imposible. Como ya le he dicho, yo me encargo personalmente de los envíos. El señor Rodwell me puso en contacto con una empresa en el puerto de Amberes y realizamos todas las salidas por mediación suya. De hecho, poseemos un tinglado en el puerto en el que nos descargan la mercancía y que utilizamos como almacén. Es el tinglado de carga número 3.
El teniente Bellier se quedó de piedra. El tinglado número 3 de Amberes le traía muy malos recuerdos, allí fue donde asesinaron a Alain Boullu cuando lo confundieron con Tintín.
-Teniente… ¿sigue ahí?
-Sí, sí… disculpe… Señorita Vandezande, significan algo para usted los números 136-057-012.
-Pues ahora mismo… no caigo.
-Los hemos encontrado escritos en una libreta del señor Blumenstein junto al nombre de la Galería.
-Pues no sé… Disculpe, tengo un cliente esperando. Si le parece, voy a pensarlo detenidamente y si averiguo algo le llamaré.
-Muchas gracias, señorita Vandezande. Estaremos en contacto.
Este foro es contagioso... ¡y hasta peligroso!
Cuidado con EL VIRUS CON COPETE.
Cuidado con EL VIRUS CON COPETE.
EL ASUNTO "SMOKESCREEN"
CAPITULO DOCE
Se despertó de repente y se golpeó la cabeza al intentar incorporarse. Estaba en un ataúd acolchado por dentro. Casi no podía moverse. Intentó balancearse para ver si lograba volcarlo pero no consiguió desplazarlo lo más mínimo. Pataleó y golpeó con los puños la tapa y el fondo, pero era inútil. Se encontraba débil y estaba sudando. Gritó pidiendo ayuda, pero afuera no se escuchaba absolutamente nada. Giró la cabeza y vio que había una especie de rejilla a ambos lados de su cabeza. Entraba aire y podía respirar. Sintió alivio al ver que no estaba bajo tierra. Se desgañitaba intentando girarse pero todos sus esfuerzos eran en vano. Encogió un poco los brazos y palpó el interior buscando algo que le permitiera salir de allí, pero no encontró nada. Su respiración se aceleró cuando la desesperación se apoderó de la situación. Comenzó a marearse. Entraba aire por las rejillas pero no era suficiente para el estado de nervios en el que se encontraba. Intentó calmarse, pero ya era demasiado tarde y acabó perdiendo el conocimiento.
Se despertó de repente y se golpeó la cabeza al intentar incorporarse. Estaba en un ataúd acolchado por dentro. Casi no podía moverse. Intentó balancearse para ver si lograba volcarlo pero no consiguió desplazarlo lo más mínimo. Pataleó y golpeó con los puños la tapa y el fondo, pero era inútil. Se encontraba débil y estaba sudando. Gritó pidiendo ayuda, pero afuera no se escuchaba absolutamente nada. Giró la cabeza y vio que había una especie de rejilla a ambos lados de su cabeza. Entraba aire y podía respirar. Sintió alivio al ver que no estaba bajo tierra. Se desgañitaba intentando girarse pero todos sus esfuerzos eran en vano. Encogió un poco los brazos y palpó el interior buscando algo que le permitiera salir de allí, pero no encontró nada. Su respiración se aceleró cuando la desesperación se apoderó de la situación. Comenzó a marearse. Entraba aire por las rejillas pero no era suficiente para el estado de nervios en el que se encontraba. Intentó calmarse, pero ya era demasiado tarde y acabó perdiendo el conocimiento.
Este foro es contagioso... ¡y hasta peligroso!
Cuidado con EL VIRUS CON COPETE.
Cuidado con EL VIRUS CON COPETE.
- Bigtwin1000
- Tornasol (Rango 38º)
- Posts: 5174
- Joined: 07 Jul 2007, 22:44
Re: OBJETIVO: RASTAPOPOULOS 2 (Provisional)
Momento claustrofobico
EL ASUNTO "SMOKESCREEN"
CAPITULO TRECE
Se despertó lentamente y consiguió abrir los ojos. Seguía teniendo la vista nublada y el dolor de cabeza persistía. Aún no podía recordar lo que le había pasado, pero no se le podía sacar de la cabeza lo que había sentido cuando se despertó la vez anterior, aquella voz la tenía dando tumbos en su interior como si estuviera hablándole en ese mismo instante. Poco a poco se le fue aclarando la vista. Oscuridad casi absoluta, poca luz, olor a madera. Tragó saliva e intentó pedir ayuda. Seguía sin tener voz. Tosió un par de veces y lo intentó de nuevo. Nada. Sentía sus manos, pero seguían esposadas. Seguía en el mismo cajón de madera. Poco a poco se iba encontrando mejor. Levantó las manos y golpeó con fuerza la tapa de madera que cerraba la caja. Intentó mover las piernas pero solo notaba un molesto cosquilleo. Escuchó voces. Rápidamente identificó la misma voz que le habló la vez anterior. Escuchó el traqueteo de las cadenas corriendo sobre la madera. La tapa se abrió de golpe y la luz le cegó. Levantó las manos para apoyarse e intentar salir de la caja, pero alguien le cogió con firmeza por el pecho y le empujó hacia abajo.
-No podemos permitir que vuelva a despertarse.
-Yo lo arreglaré. Sujete con fuerza…
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PAM, PAM!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Se escucharon dos disparos y cayó dentro de la caja de madera.
Se despertó lentamente y consiguió abrir los ojos. Seguía teniendo la vista nublada y el dolor de cabeza persistía. Aún no podía recordar lo que le había pasado, pero no se le podía sacar de la cabeza lo que había sentido cuando se despertó la vez anterior, aquella voz la tenía dando tumbos en su interior como si estuviera hablándole en ese mismo instante. Poco a poco se le fue aclarando la vista. Oscuridad casi absoluta, poca luz, olor a madera. Tragó saliva e intentó pedir ayuda. Seguía sin tener voz. Tosió un par de veces y lo intentó de nuevo. Nada. Sentía sus manos, pero seguían esposadas. Seguía en el mismo cajón de madera. Poco a poco se iba encontrando mejor. Levantó las manos y golpeó con fuerza la tapa de madera que cerraba la caja. Intentó mover las piernas pero solo notaba un molesto cosquilleo. Escuchó voces. Rápidamente identificó la misma voz que le habló la vez anterior. Escuchó el traqueteo de las cadenas corriendo sobre la madera. La tapa se abrió de golpe y la luz le cegó. Levantó las manos para apoyarse e intentar salir de la caja, pero alguien le cogió con firmeza por el pecho y le empujó hacia abajo.
-No podemos permitir que vuelva a despertarse.
-Yo lo arreglaré. Sujete con fuerza…
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PAM, PAM!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Se escucharon dos disparos y cayó dentro de la caja de madera.
Este foro es contagioso... ¡y hasta peligroso!
Cuidado con EL VIRUS CON COPETE.
Cuidado con EL VIRUS CON COPETE.
- Bigtwin1000
- Tornasol (Rango 38º)
- Posts: 5174
- Joined: 07 Jul 2007, 22:44
EL ASUNTO "SMOKESCREEN"
CAPITULO CATORCE
Diecinueve de marzo. Hernández y Fernández, acompañados de una decena de agentes de policía, interceptaron el barco procedente de Halifax justo antes de que entrara a puerto. Tras registrarlo profundamente no les quedó más remedio que aceptarlo: no había rastro alguno ni de Roberto Rastapopoulos, ni de Germaine Kieckiens ni de Pierre Jacobs. El barco llevaba a bordo setenta y ocho contenedores y en los listados de embarque no constaba que ninguno de ellos fuese para la Galería Fourcart, así que no tenían motivos para retener más las mercancías. Tras cinco horas de parada policial no tuvieron más remedio que permitir la entrada del barco al puerto de Amberes.
Eran las seis de la tarde y estaban todos reunidos en las oficinas de la Policía Federal Belga, en Bruselas. El teniente Delcourt, Hernández y Fernández, Bellier y Jan Karaboud intentaban encontrar una explicación a lo que estaba sucediendo. Parecía que estaban a punto de cerrar la investigación y cogerlos a todos, pero de nuevo se habían escapado. Tenían la sensación de que habían estado siguiendo una pista falsa. Y Bianca Castafiore y Tintín seguía sin aparecer. Estaban empezando a desesperarse cuando sonó el teléfono de la comisaría.
-¿Teniente Bellier? Soy Martina Vandezande. Necesito que venga urgentemente… al tinglado número tres del puerto de Amberes.
-¿Qué le sucede? La noto muy nerviosa…
-¡¿Cómo no voy a estarlo?! He encontrado dos cadáveres… en un contenedor. Uno es del señor Blumenstein… y el otro… Dios mío, había una persona en una caja de madera.
-¿Está usted sola?
-Sí, estoy sola. He venido a la entrada del puerto… donde el vigilante…
-Quédese ahí y espere nuestra llegada. Estaremos ahí lo más rápidamente posible.
Colgó el teléfono y se dirigió a la sala en la que estaban todos los demás.
-Rápido, tenemos que irnos a Amberes. Han aparecido dos cadáveres en el tinglado número tres.
Treinta minutos tardaron en recorrer los cuarenta y cinco quilómetros que separan Bruselas de Amberes. Llegaron tres coches de policía al puerto. Se detuvieron unos segundos para recoger a la señorita Vandezande, que estaba visiblemente nerviosa, y pusieron rumbo al tinglado número 3.
-Tranquilícese. Cuénteme, ¿qué ha pasado?
-Hace unas tres horas más o menos… he recibido una llamada del señor Blumenstein que…
-¿Ha hablado usted con el señor Blumenstein?
-Sí, me ha llamado… a la galería. Me ha dicho que iban a traer un contenedor procedente de Canadá… que debía ser reenviado mañana mismo. Me citó aquí para… para darme instrucciones. Cuando he llegado… el contenedor estaba abierto… y…
-Tranquilícese, señorita Vandezande.
-He visto al señor Blumenstein tirado en el suelo… Había sangre. Estaba al lado de una caja de madera abierta y dentro… había…
Martina Vandezande era un manojo de nervios y rompió a llorar.
-Ya hemos llegado, teniente.
-Detenga el vehículo aquí. Vamos a entrar. Todos armados. Señorita, usted quédese aquí.
Salieron del coche blandiendo sus armas y se reunieron con los demás. Fueron tomando posiciones en el tinglado. Justo en el medio estaba el contenedor abierto. El teniente Delcourt y el teniente Bellier cubrieron las espaldas mientras los detectives se acercaron lentamente. Jan Karaboud se quedó en la puerta del contenedor metálico. Hernández y Fernández fueron los encargados de entrar los primeros.
-¡Despejado! Pueden entrar.
-Yo todavía diría más. ¡Despejado del todo!
En el suelo yacía el cuerpo sin vida del doctor Jacobs sobre un charco de sangre. Junto a él estaba la caja de madera abierta. Hernández y Fernández se acercaron lentamente y se asomaron. Jan Karaboud , Bellier y Delcourt les seguían con la mirada, manteniendo la respiración. Los dos detectives se quitaron los sombreros a la vez y agacharon la cabeza.
Diecinueve de marzo. Hernández y Fernández, acompañados de una decena de agentes de policía, interceptaron el barco procedente de Halifax justo antes de que entrara a puerto. Tras registrarlo profundamente no les quedó más remedio que aceptarlo: no había rastro alguno ni de Roberto Rastapopoulos, ni de Germaine Kieckiens ni de Pierre Jacobs. El barco llevaba a bordo setenta y ocho contenedores y en los listados de embarque no constaba que ninguno de ellos fuese para la Galería Fourcart, así que no tenían motivos para retener más las mercancías. Tras cinco horas de parada policial no tuvieron más remedio que permitir la entrada del barco al puerto de Amberes.
Eran las seis de la tarde y estaban todos reunidos en las oficinas de la Policía Federal Belga, en Bruselas. El teniente Delcourt, Hernández y Fernández, Bellier y Jan Karaboud intentaban encontrar una explicación a lo que estaba sucediendo. Parecía que estaban a punto de cerrar la investigación y cogerlos a todos, pero de nuevo se habían escapado. Tenían la sensación de que habían estado siguiendo una pista falsa. Y Bianca Castafiore y Tintín seguía sin aparecer. Estaban empezando a desesperarse cuando sonó el teléfono de la comisaría.
-¿Teniente Bellier? Soy Martina Vandezande. Necesito que venga urgentemente… al tinglado número tres del puerto de Amberes.
-¿Qué le sucede? La noto muy nerviosa…
-¡¿Cómo no voy a estarlo?! He encontrado dos cadáveres… en un contenedor. Uno es del señor Blumenstein… y el otro… Dios mío, había una persona en una caja de madera.
-¿Está usted sola?
-Sí, estoy sola. He venido a la entrada del puerto… donde el vigilante…
-Quédese ahí y espere nuestra llegada. Estaremos ahí lo más rápidamente posible.
Colgó el teléfono y se dirigió a la sala en la que estaban todos los demás.
-Rápido, tenemos que irnos a Amberes. Han aparecido dos cadáveres en el tinglado número tres.
Treinta minutos tardaron en recorrer los cuarenta y cinco quilómetros que separan Bruselas de Amberes. Llegaron tres coches de policía al puerto. Se detuvieron unos segundos para recoger a la señorita Vandezande, que estaba visiblemente nerviosa, y pusieron rumbo al tinglado número 3.
-Tranquilícese. Cuénteme, ¿qué ha pasado?
-Hace unas tres horas más o menos… he recibido una llamada del señor Blumenstein que…
-¿Ha hablado usted con el señor Blumenstein?
-Sí, me ha llamado… a la galería. Me ha dicho que iban a traer un contenedor procedente de Canadá… que debía ser reenviado mañana mismo. Me citó aquí para… para darme instrucciones. Cuando he llegado… el contenedor estaba abierto… y…
-Tranquilícese, señorita Vandezande.
-He visto al señor Blumenstein tirado en el suelo… Había sangre. Estaba al lado de una caja de madera abierta y dentro… había…
Martina Vandezande era un manojo de nervios y rompió a llorar.
-Ya hemos llegado, teniente.
-Detenga el vehículo aquí. Vamos a entrar. Todos armados. Señorita, usted quédese aquí.
Salieron del coche blandiendo sus armas y se reunieron con los demás. Fueron tomando posiciones en el tinglado. Justo en el medio estaba el contenedor abierto. El teniente Delcourt y el teniente Bellier cubrieron las espaldas mientras los detectives se acercaron lentamente. Jan Karaboud se quedó en la puerta del contenedor metálico. Hernández y Fernández fueron los encargados de entrar los primeros.
-¡Despejado! Pueden entrar.
-Yo todavía diría más. ¡Despejado del todo!
En el suelo yacía el cuerpo sin vida del doctor Jacobs sobre un charco de sangre. Junto a él estaba la caja de madera abierta. Hernández y Fernández se acercaron lentamente y se asomaron. Jan Karaboud , Bellier y Delcourt les seguían con la mirada, manteniendo la respiración. Los dos detectives se quitaron los sombreros a la vez y agacharon la cabeza.
Este foro es contagioso... ¡y hasta peligroso!
Cuidado con EL VIRUS CON COPETE.
Cuidado con EL VIRUS CON COPETE.
- Bigtwin1000
- Tornasol (Rango 38º)
- Posts: 5174
- Joined: 07 Jul 2007, 22:44
EL ASUNTO "SMOKESCREEN"
CAPITULO QUINCE
El cuerpo de Bianca Castafiore no mostraba ni por asomo la grandeza que desprendía siempre en todo lo que hacía. El rostro de la diva estaba pálido, ni siquiera le quedaba color en sus labios ni en sus ojos. El gesto de su cara era de paz, como si estuviese profundamente dormida. Tenía el pelo corto tintado de un color oscuro y muy mal cortado. Nada quedaba de aquella melena rubia que lucía orgullosa durante sus actuaciones. Una cuerda rodeaba sus pies y unas esposas sujetaban sus manos. Hernández le tocó la frente y comprobó que estaba extremadamente fría.
-Ha fallecido. ¡Qué triste final para tan gran mujer! Tendremos que avisar al capitán Haddock.
-Sí, tendremos que avisar al capitán. No sé si su viejo corazón será capaz de superar esta pérdida.
-Jamás pensé que esto acabaría así.
-Es más, nunca jamás pensamos que esto acabaría así de mal.
Jan Karaboud llegó con una sábana negra y la echó encima de Bianca Castafiore. Tras él se acercó el teniente Bellier con Martina Vandezande. Necesitaba que reconociera al doctor Jacobs.
-Tiene que hacer un esfuerzo y decirme si vio algo diferente la primera vez que vino aquí.
-Yo… recuerdo que entré y… creo que está todo igual…
De repente todos se llevaron un susto de muerte. Se escuchó un sonido gutural proveniente de la caja de madera en la que estaba el cuerpo de Bianca Castafiore. Era una voz rota, gastada, como de ultratumba. Pedía ayuda. Se miraron unos a otros sin saber muy bien qué hacer. Súbitamente se levantó la sábana que había puesto Jan Karaboud y quedó totalmente incorporada. Hernández y Fernández dieron un salto hacia atrás y cayeron de bruces al suelo. Martina Vandezande entró en pánico y el teniente Delcourt tuvo que llevársela de allí. Mientras todo esto sucedía, la sábana resbaló y apareció la diva milanesa totalmente sentada dentro de la caja de madera. El teniente Bellier se acercó a ella y la cogió antes de que volviera a dejarse caer hacia detrás.
-Señora Castafiore, ¿se encuentra bien? ¿Puede oírme?
-Pero, ¿cómo puede ser?
-Yo aún diría más… ¿cómo puede ser esto?
-Rápido, ayúdenme a sacarla de aquí. ¿Quién ha dicho que estaba muerta? ¿Alguien ha comprobado que su corazón no latiera?
-La hemos visto tan pálida…
-Pálida y fría, compañero.
-¡Eso! Pálida y muy fría.
-Está a salvo, señora Castafiore. Ya ha terminado su pesadilla… ¡Tráiganme agua! ¡¡Y avisen a una ambulancia!!
Intentaba decir algo pero no lo conseguía. Entre todos la sacaron de la caja de madera. No tenía fuerza en las piernas, así que la sentaron en un banco metálico que había en una pared del tinglado. Bebió agua, se aclaró la garganta y respiró hondo. Minutos después pudo decir unas palabras, aunque con una vocecilla que no tenía nada que ver con su voz habitual.
-Igor… Igor…
-Tranquila, ya está a salvo. Soy Hernández. Su captor ha muerto.
-No… era el mejor… era un buen hombre…
-¿Le conocía, Bianca? ¿Conocía al señor Blumenstein?
-A… ¿a quién?
-Al señor Blumenstein... A la persona que le raptó en Quèbec.
-No sé quién es ese… tal Grumetens o Brumetens… o como se llame…
Tosió un par de veces y siguió hablando.
-Pero él no me raptó… Fue Igor Wagner, mi virtuoso pianista.
-¿Está usted segura?
-¿Qué si estoy… segura? Lleva más de veinte… años a mi servicio, creo que sé diferenciar… su voz. Él me raptó y… me pinchaba los somníferos… Escuché per-fec-ta-men-te su voz… No hay duda.
Bellier, Hernández y Fernández se miraron sorprendidos. ¿Igor Wagner un delincuente? Y el doctor Jacobs, ¿qué pintaba en todo esto? ¿Quién lo había matado? ¿El propio Igor Wagner?
-Esto es muy raro.
-Yo aún diría más, es rarísimo.
-Detective Karaboud, necesito que emita una orden internacional de busca y captura para Igor Wagner.
Otro paso atrás. Habían rescatado a Bianca Castafiore pero ahora tenían una víctima y muchas preguntas sin respuesta. ¿Y Rastapopoulos? ¿Y Tintín? El teniente Delcourt regresó al tinglado con la respuesta para una de esas preguntas.
-Señores, ¿recuerdan que hace unos días nos preguntábamos cómo era posible que Rastapopoulos viniera a Bélgica siendo que íbamos a estar esperándole? Pues ya tengo la respuesta.
-¿Qué ha averiguado, teniente Delcourt?
-Nosotros no hemos estado siguiendo una pista falsa, tal como hemos llegado a pensar en alguna ocasión. Simplemente hemos llevado la investigación por donde Rastapopoulos ha querido que la llevásemos. Todo lo que ha sucedido aquí ha sido una cortina de humo. Pensábamos que Germaine Kieckiens, Pierre Jacobs y Rastapopoulos iban en este barco, pero todo ha sido un plan largamente estudiado por él para poder huir libremente.
-Explíquese mejor, teniente.
-Mejor… explíquese, teniente.
-Han recibido en comisaría una llamada desde Marruecos. Era de mi compañero Achmed. Me he puesto en contacto con él y me ha confirmado que hace dos días aterrizó un avión privado en el aeropuerto Nouasser de Casablanca procedente de Vancouver. Era propiedad del Marqués di Gorgonzola, uno de los alias de Rastapopoulos. Nos ha puesto un señuelo para desviar nuestra atención hacia Europa mientras él huía por África.
-Hay que avisar a la Sureté Nationale marroquí, tenemos que conseguir controlar todas las salidas del país.
-Teniente Bellier, hace dos días desde que Rastapopoulos llegó a Marruecos. ¡Quién sabe dónde estará ahora!
-No importa, hay que seguir buscando. No puede estar muy lejos. Les recuerdo que Tintín todavía no ha aparecido. Tal vez se lo llevaran de Grecia a Marruecos y por eso Rastapopoulos ha ido allí.
-De acuerdo, nosotros nos encargaremos.
-Es más, nos encargaremos de todo.
-Yo regresaré mañana mismo a Marruecos para coordinar el operativo en colaboración con la Sureté Nationale.
-Perfecto, teniente Delcourt. Necesitamos encontrar a ese canalla y cada vez apremia más el tiempo.
La ambulancia partió del tinglado rumbo al hospital y todos volvieron a Bruselas. La situación se estaba poniendo cada vez más complicada pero no debían desistir, por lo menos hasta que dieran con Tintín.
El cuerpo de Bianca Castafiore no mostraba ni por asomo la grandeza que desprendía siempre en todo lo que hacía. El rostro de la diva estaba pálido, ni siquiera le quedaba color en sus labios ni en sus ojos. El gesto de su cara era de paz, como si estuviese profundamente dormida. Tenía el pelo corto tintado de un color oscuro y muy mal cortado. Nada quedaba de aquella melena rubia que lucía orgullosa durante sus actuaciones. Una cuerda rodeaba sus pies y unas esposas sujetaban sus manos. Hernández le tocó la frente y comprobó que estaba extremadamente fría.
-Ha fallecido. ¡Qué triste final para tan gran mujer! Tendremos que avisar al capitán Haddock.
-Sí, tendremos que avisar al capitán. No sé si su viejo corazón será capaz de superar esta pérdida.
-Jamás pensé que esto acabaría así.
-Es más, nunca jamás pensamos que esto acabaría así de mal.
Jan Karaboud llegó con una sábana negra y la echó encima de Bianca Castafiore. Tras él se acercó el teniente Bellier con Martina Vandezande. Necesitaba que reconociera al doctor Jacobs.
-Tiene que hacer un esfuerzo y decirme si vio algo diferente la primera vez que vino aquí.
-Yo… recuerdo que entré y… creo que está todo igual…
De repente todos se llevaron un susto de muerte. Se escuchó un sonido gutural proveniente de la caja de madera en la que estaba el cuerpo de Bianca Castafiore. Era una voz rota, gastada, como de ultratumba. Pedía ayuda. Se miraron unos a otros sin saber muy bien qué hacer. Súbitamente se levantó la sábana que había puesto Jan Karaboud y quedó totalmente incorporada. Hernández y Fernández dieron un salto hacia atrás y cayeron de bruces al suelo. Martina Vandezande entró en pánico y el teniente Delcourt tuvo que llevársela de allí. Mientras todo esto sucedía, la sábana resbaló y apareció la diva milanesa totalmente sentada dentro de la caja de madera. El teniente Bellier se acercó a ella y la cogió antes de que volviera a dejarse caer hacia detrás.
-Señora Castafiore, ¿se encuentra bien? ¿Puede oírme?
-Pero, ¿cómo puede ser?
-Yo aún diría más… ¿cómo puede ser esto?
-Rápido, ayúdenme a sacarla de aquí. ¿Quién ha dicho que estaba muerta? ¿Alguien ha comprobado que su corazón no latiera?
-La hemos visto tan pálida…
-Pálida y fría, compañero.
-¡Eso! Pálida y muy fría.
-Está a salvo, señora Castafiore. Ya ha terminado su pesadilla… ¡Tráiganme agua! ¡¡Y avisen a una ambulancia!!
Intentaba decir algo pero no lo conseguía. Entre todos la sacaron de la caja de madera. No tenía fuerza en las piernas, así que la sentaron en un banco metálico que había en una pared del tinglado. Bebió agua, se aclaró la garganta y respiró hondo. Minutos después pudo decir unas palabras, aunque con una vocecilla que no tenía nada que ver con su voz habitual.
-Igor… Igor…
-Tranquila, ya está a salvo. Soy Hernández. Su captor ha muerto.
-No… era el mejor… era un buen hombre…
-¿Le conocía, Bianca? ¿Conocía al señor Blumenstein?
-A… ¿a quién?
-Al señor Blumenstein... A la persona que le raptó en Quèbec.
-No sé quién es ese… tal Grumetens o Brumetens… o como se llame…
Tosió un par de veces y siguió hablando.
-Pero él no me raptó… Fue Igor Wagner, mi virtuoso pianista.
-¿Está usted segura?
-¿Qué si estoy… segura? Lleva más de veinte… años a mi servicio, creo que sé diferenciar… su voz. Él me raptó y… me pinchaba los somníferos… Escuché per-fec-ta-men-te su voz… No hay duda.
Bellier, Hernández y Fernández se miraron sorprendidos. ¿Igor Wagner un delincuente? Y el doctor Jacobs, ¿qué pintaba en todo esto? ¿Quién lo había matado? ¿El propio Igor Wagner?
-Esto es muy raro.
-Yo aún diría más, es rarísimo.
-Detective Karaboud, necesito que emita una orden internacional de busca y captura para Igor Wagner.
Otro paso atrás. Habían rescatado a Bianca Castafiore pero ahora tenían una víctima y muchas preguntas sin respuesta. ¿Y Rastapopoulos? ¿Y Tintín? El teniente Delcourt regresó al tinglado con la respuesta para una de esas preguntas.
-Señores, ¿recuerdan que hace unos días nos preguntábamos cómo era posible que Rastapopoulos viniera a Bélgica siendo que íbamos a estar esperándole? Pues ya tengo la respuesta.
-¿Qué ha averiguado, teniente Delcourt?
-Nosotros no hemos estado siguiendo una pista falsa, tal como hemos llegado a pensar en alguna ocasión. Simplemente hemos llevado la investigación por donde Rastapopoulos ha querido que la llevásemos. Todo lo que ha sucedido aquí ha sido una cortina de humo. Pensábamos que Germaine Kieckiens, Pierre Jacobs y Rastapopoulos iban en este barco, pero todo ha sido un plan largamente estudiado por él para poder huir libremente.
-Explíquese mejor, teniente.
-Mejor… explíquese, teniente.
-Han recibido en comisaría una llamada desde Marruecos. Era de mi compañero Achmed. Me he puesto en contacto con él y me ha confirmado que hace dos días aterrizó un avión privado en el aeropuerto Nouasser de Casablanca procedente de Vancouver. Era propiedad del Marqués di Gorgonzola, uno de los alias de Rastapopoulos. Nos ha puesto un señuelo para desviar nuestra atención hacia Europa mientras él huía por África.
-Hay que avisar a la Sureté Nationale marroquí, tenemos que conseguir controlar todas las salidas del país.
-Teniente Bellier, hace dos días desde que Rastapopoulos llegó a Marruecos. ¡Quién sabe dónde estará ahora!
-No importa, hay que seguir buscando. No puede estar muy lejos. Les recuerdo que Tintín todavía no ha aparecido. Tal vez se lo llevaran de Grecia a Marruecos y por eso Rastapopoulos ha ido allí.
-De acuerdo, nosotros nos encargaremos.
-Es más, nos encargaremos de todo.
-Yo regresaré mañana mismo a Marruecos para coordinar el operativo en colaboración con la Sureté Nationale.
-Perfecto, teniente Delcourt. Necesitamos encontrar a ese canalla y cada vez apremia más el tiempo.
La ambulancia partió del tinglado rumbo al hospital y todos volvieron a Bruselas. La situación se estaba poniendo cada vez más complicada pero no debían desistir, por lo menos hasta que dieran con Tintín.
Este foro es contagioso... ¡y hasta peligroso!
Cuidado con EL VIRUS CON COPETE.
Cuidado con EL VIRUS CON COPETE.
- Bigtwin1000
- Tornasol (Rango 38º)
- Posts: 5174
- Joined: 07 Jul 2007, 22:44
EL ASUNTO "SMOKESCREEN"
CAPITULO DIECISEIS
Martina Vandezande se despertó angustiada. Estaba nerviosa, parecía que el corazón se le iba a salir del pecho. Se sentó en el borde de la cama para calmarse y comenzó a recordar lo que había pasado en el tinglado número 3. Había algo que le llamó la atención en su momento pero que había olvidado con el shock por los asesinatos, algo que le venía a la mente pero que no lograba retener. Fue al baño y metió la cabeza debajo del chorro de agua fría. Se mojó la cara para refrescarse y cerró los ojos. De repente le vino todo de golpe. Levantó la cabeza y abrió los ojos.
-035/043/002… ¡Claro!...
¡Lo tenía! Ahora lo recordaba. Se secó rápidamente con una toalla, se vistió de manera acelerada y salió a la calle. Eran casi las seis de la mañana pero todavía dormía la ciudad. Recorrió a paso rápido las dos manzanas que separaban su casa de la Galería Fourcart. Entró y fue directamente al despacho. Consultó las anotaciones de su agenda, arrancó media página y luego empezó a rebuscar en el archivo. Al cabo de unos segundos se detuvo y sacó una especie de recibo.
-Aquí está… Puerto de Marsella… Tinglado número 13.
Salió de la galería y colgó un cartel en el cristal de la puerta.
“CERRADO POR OBRAS”
Cruzó a la acera de enfrente, cogió su coche y puso rumbo al aeropuerto. Nada más llegar tomó el primer avión que salía con destino a Marsella.
La casualidad quiso que por unos minutos no se encontrara con los pasajeros del avión que acababa de aterrizar procedente de Zúrich. En él llegaban los detectives Hernández y Fernández custodiando a Igor Wagner, quien había sido detenido en Suiza con una maleta llena de dinero cuando se disponía a huir hacia Brasil.
Ya en las oficinas de la Policía Federal Belga fue sometido a un interrogatorio por parte del teniente Bellier y de los agentes Hernández y Fernández.
-Señor Wagner, la señora Castafiore reconoció su voz. Sabemos que participó en el secuestro. Díganos, ¿por qué?
-Yo nunca quise hacerle daño. Ya saben que tengo un problema con el juego y cuando llegamos a Canadá para hacer los recitales contraje una deuda importante. El dueño del casino me propuso saldar completamente mi deuda si hacía un trabajo para él. Me pidió que raptara a Bianca. Es más, si lo hacía sin levantar sospechas me prometió una suma enorme de dinero.
-Y usted accedió…
-¡No tenía elección! Era eso o me darían una paliza y me romperían las manos para que no pudiera tocar mi piano nunca más. De una forma u otra me iba a arruinar la vida, así que…
-¿Quién es el dueño del casino?
-No le conocía de antes. Se presentó como Endaddine Akass… Daba mucho miedo… Yo…
-Vale, le engañaron como a todos nosotros. Pero dígame, ¿qué pasó con Bianca Castafiore?
-Eso, eso… con Bianca Castafiore, ¿qué pasó?
-Pues teníamos que traerla a Bruselas. Íbamos escondidos en un contenedor y le pinchábamos somníferos para que no llamara la atención. Ya saben el vozarrón que tiene la diva.
-¿Iban? ¿Quién más iba con usted?
-Pues el señor Blumenstein. Él era socio de Endaddine Akass y velaba por que todo saliera bien. Yo rapté a Bianca pero él se encargó de sacarla de “Le Château Frontenac”, cambiarle el aspecto y llevarla al puerto de Halifax. Allí nos reunimos y embarcamos en el contenedor.
-Pero algo no salió bien, ¿verdad, señor Wagner? Tuvo que matar al señor Blumenstein…
-No, no, no… Yo no he matado a nadie. Que sí, que secuestre a Bianca… Pero no he hecho mal a nadie, tienen que creerme.
-Pues explíqueme cómo termino muerto el señor Blumenstein.
-A ver… Descargaron el contenedor en un tinglado del puerto. Alguien iba a venir a recogernos. Nosotros sólo teníamos que irnos y dejarlo allí. Pero pasó algo extraño. De repente notamos cómo volvían a cargar el contenedor y nos cambiaron de ubicación. Por las rejillas de ventilación vi que nos habían movido del tinglado número 7 al tinglado número 3. Este último desplazamiento provocó que Bianca se despertara. Tuve que pincharle una última vez. Estábamos terminando de inyectarle el somnífero cuando se abrió la puerta súbitamente y abrieron fuego contra nosotros. Los dos caímos al suelo. A mí sólo me rozó la bala, pero al caer me golpeé la cabeza contra la esquina del cajón de madera y perdí el conocimiento. Cuando me desperté vi al señor Blumenstein muerto. Bianca estaba viva pero dormida. Me asusté. La puerta estaba abierta, así que cogí el dinero y me fui.
-Vaya, vaya…
-Yo aún diría más… Vaya, vaya, vaya…
-Pensé que no podrían relacionarme con el secuestro.
-Y así hubiera sido si la señora Castafiore no hubiera reconocido su voz. Antes de que se lo lleven tengo otra pregunta que hacerle. ¿Sabe usted algo sobre el secuestro de Tintín?
-¿Tintín? ¿El reportero? Ni idea, hace mucho tiempo que no le veo…
Bellier hizo un gesto de frustración. Agachó la cabeza e hizo una señal a Hernández para que se lo llevara al calabozo. Antes de irse aún tuvo tiempo de hacer una pregunta.
-¿Qué pasará conmigo ahora?
-La justicia decidirá su futuro señor Wagner, aunque se cooperación será tenida en cuenta cuando efectúe una declaración firmada.
Otra incógnita resuelta y otra puerta que se cerraba para encontrar a Tintín.
Martina Vandezande se despertó angustiada. Estaba nerviosa, parecía que el corazón se le iba a salir del pecho. Se sentó en el borde de la cama para calmarse y comenzó a recordar lo que había pasado en el tinglado número 3. Había algo que le llamó la atención en su momento pero que había olvidado con el shock por los asesinatos, algo que le venía a la mente pero que no lograba retener. Fue al baño y metió la cabeza debajo del chorro de agua fría. Se mojó la cara para refrescarse y cerró los ojos. De repente le vino todo de golpe. Levantó la cabeza y abrió los ojos.
-035/043/002… ¡Claro!...
¡Lo tenía! Ahora lo recordaba. Se secó rápidamente con una toalla, se vistió de manera acelerada y salió a la calle. Eran casi las seis de la mañana pero todavía dormía la ciudad. Recorrió a paso rápido las dos manzanas que separaban su casa de la Galería Fourcart. Entró y fue directamente al despacho. Consultó las anotaciones de su agenda, arrancó media página y luego empezó a rebuscar en el archivo. Al cabo de unos segundos se detuvo y sacó una especie de recibo.
-Aquí está… Puerto de Marsella… Tinglado número 13.
Salió de la galería y colgó un cartel en el cristal de la puerta.
“CERRADO POR OBRAS”
Cruzó a la acera de enfrente, cogió su coche y puso rumbo al aeropuerto. Nada más llegar tomó el primer avión que salía con destino a Marsella.
La casualidad quiso que por unos minutos no se encontrara con los pasajeros del avión que acababa de aterrizar procedente de Zúrich. En él llegaban los detectives Hernández y Fernández custodiando a Igor Wagner, quien había sido detenido en Suiza con una maleta llena de dinero cuando se disponía a huir hacia Brasil.
Ya en las oficinas de la Policía Federal Belga fue sometido a un interrogatorio por parte del teniente Bellier y de los agentes Hernández y Fernández.
-Señor Wagner, la señora Castafiore reconoció su voz. Sabemos que participó en el secuestro. Díganos, ¿por qué?
-Yo nunca quise hacerle daño. Ya saben que tengo un problema con el juego y cuando llegamos a Canadá para hacer los recitales contraje una deuda importante. El dueño del casino me propuso saldar completamente mi deuda si hacía un trabajo para él. Me pidió que raptara a Bianca. Es más, si lo hacía sin levantar sospechas me prometió una suma enorme de dinero.
-Y usted accedió…
-¡No tenía elección! Era eso o me darían una paliza y me romperían las manos para que no pudiera tocar mi piano nunca más. De una forma u otra me iba a arruinar la vida, así que…
-¿Quién es el dueño del casino?
-No le conocía de antes. Se presentó como Endaddine Akass… Daba mucho miedo… Yo…
-Vale, le engañaron como a todos nosotros. Pero dígame, ¿qué pasó con Bianca Castafiore?
-Eso, eso… con Bianca Castafiore, ¿qué pasó?
-Pues teníamos que traerla a Bruselas. Íbamos escondidos en un contenedor y le pinchábamos somníferos para que no llamara la atención. Ya saben el vozarrón que tiene la diva.
-¿Iban? ¿Quién más iba con usted?
-Pues el señor Blumenstein. Él era socio de Endaddine Akass y velaba por que todo saliera bien. Yo rapté a Bianca pero él se encargó de sacarla de “Le Château Frontenac”, cambiarle el aspecto y llevarla al puerto de Halifax. Allí nos reunimos y embarcamos en el contenedor.
-Pero algo no salió bien, ¿verdad, señor Wagner? Tuvo que matar al señor Blumenstein…
-No, no, no… Yo no he matado a nadie. Que sí, que secuestre a Bianca… Pero no he hecho mal a nadie, tienen que creerme.
-Pues explíqueme cómo termino muerto el señor Blumenstein.
-A ver… Descargaron el contenedor en un tinglado del puerto. Alguien iba a venir a recogernos. Nosotros sólo teníamos que irnos y dejarlo allí. Pero pasó algo extraño. De repente notamos cómo volvían a cargar el contenedor y nos cambiaron de ubicación. Por las rejillas de ventilación vi que nos habían movido del tinglado número 7 al tinglado número 3. Este último desplazamiento provocó que Bianca se despertara. Tuve que pincharle una última vez. Estábamos terminando de inyectarle el somnífero cuando se abrió la puerta súbitamente y abrieron fuego contra nosotros. Los dos caímos al suelo. A mí sólo me rozó la bala, pero al caer me golpeé la cabeza contra la esquina del cajón de madera y perdí el conocimiento. Cuando me desperté vi al señor Blumenstein muerto. Bianca estaba viva pero dormida. Me asusté. La puerta estaba abierta, así que cogí el dinero y me fui.
-Vaya, vaya…
-Yo aún diría más… Vaya, vaya, vaya…
-Pensé que no podrían relacionarme con el secuestro.
-Y así hubiera sido si la señora Castafiore no hubiera reconocido su voz. Antes de que se lo lleven tengo otra pregunta que hacerle. ¿Sabe usted algo sobre el secuestro de Tintín?
-¿Tintín? ¿El reportero? Ni idea, hace mucho tiempo que no le veo…
Bellier hizo un gesto de frustración. Agachó la cabeza e hizo una señal a Hernández para que se lo llevara al calabozo. Antes de irse aún tuvo tiempo de hacer una pregunta.
-¿Qué pasará conmigo ahora?
-La justicia decidirá su futuro señor Wagner, aunque se cooperación será tenida en cuenta cuando efectúe una declaración firmada.
Otra incógnita resuelta y otra puerta que se cerraba para encontrar a Tintín.
Este foro es contagioso... ¡y hasta peligroso!
Cuidado con EL VIRUS CON COPETE.
Cuidado con EL VIRUS CON COPETE.
- Bigtwin1000
- Tornasol (Rango 38º)
- Posts: 5174
- Joined: 07 Jul 2007, 22:44
Re: OBJETIVO: RASTAPOPOULOS 2 (Provisional)
Wagner emulando a Wolff... interesante
EL ASUNTO "SMOKESCREEN"
Sólo quedan tres capítulos. A ver si la gente se anima a proponer algún título y a aportar algún dibujillo.
Yo propongo:
-"Tintín: Acto final" ó "Tintín: Punto final"
-¡S.O.S! Secuestro
-El asunto "Smokescreen"
Ya sé que algunos suenan ridículos, pero a ver si os animáis a participar.
Yo propongo:
-"Tintín: Acto final" ó "Tintín: Punto final"
-¡S.O.S! Secuestro
-El asunto "Smokescreen"
Ya sé que algunos suenan ridículos, pero a ver si os animáis a participar.
Este foro es contagioso... ¡y hasta peligroso!
Cuidado con EL VIRUS CON COPETE.
Cuidado con EL VIRUS CON COPETE.
Who is online
Users browsing this forum: Ahrefs [Bot] and 1 guest