Vamos a escribir sobre este álbum tan sensacional.
Stock de Coque creo que es uno de los álbumes que todo aficionado a Tintín lee con gran entusiasmo. Con toda justicia está considerado como uno de lo más logrados. Para mí este cómic es especial por varias cosas:
La primera de ellas es el magnífico y gran elenco de personajes que aparecen. Incluso reaparecen villanos que podían incluso caer en el olvido por la de tiempo que no aparecían. Rastapopoulos y Dawson no aparecían desde
El Loto Azul y Allan Thompson desde
El cangrejo de las pinzas de oro. También regresan el Emir Ben Kalib, el cabrón de su hijo

, el sheik (se menciona) y Müller. Ah, y Alcázar...
También me parece especial porque es la continuación lógica de
Tintín en el país del oro negro después del paréntesis que supone el díptico lunar y el álbum ambientado en la Guerra Fría. Y tengo la sospecha de que si
El Arte-Alfa se hubiese concluido hubiera sido una continuación lógica de este álbum (una sospecha que tengo).
Y el tercer motivo por el que me parece especial es porque en él veo, de manera simbólica, el canto de cisne a uno de los medios de transporte que más protagonismo tuvo antaño en las aventuras de nuestro héroe: el barco, como medio de transporte, y el mar como lugar en el que se desarrolla la acción. El barco tuvo un papel imprescindible para llevar a Tintín al Congo, a América, a Asia, a Sudamérica, a Inglaterra, a Marruecos, al Polo Norte, a la isla del tesoro, al Khemed... En un barco conoció a los Dupondt, a Rastapopoulos y al que sería su mejor amigo, Haddock... y a Piotr Ups. El barco fue un escenario clave y vital para la aventura en álbumes míticos como
El cangrejo de las pinzas de oro, mi querida
La estrella misteriosa y el díptico por excelencia de la aventura marina
El secreto de El Unicornio y
El tesoro de Rackham El Rojo. La llegada de la aventura lunar, con los nuevos avances en la aeronáutica presagiaban que el barco quedaría relegado, incluso desaparecería como elemento de aventura... Y sucede,
Stock de Coque es el canto de cisne del barco. El último adiós de la aventura en el mar. Donde Haddock es el auténtico Haddock y está en su elemento.
Stock de Coque es un cómic repleto de acción, es una vuelta a la aventura más clásica y sigue los esquemas de la época intermedia del personaje. La enorme variedad de personajes y subtramas favorecen que la acción se traslade rápidamente de Bélgica al Khemed y de ahí al Mar Rojo. Hergé tiene la oportunidad de recrearse tanto en la parte de Khemed donde asistimos a todo un despliegue bélico con las tropas comandadas por Müller persiguiendo a nuestros héroes. Se nos vuelve a deleitar, por cuarta vez, con la exótica ambientación del desierto árabe y unos escenarios dignos de leyenda como esa especie de Petra a la que arriban. Y por último la ambientación marina es, en mi opinión, la cúspide del álbum. Nuestros héroes se montan en un Sambuck, son ametrellados, fabrican una balsa, conocen a Piotr Ups (o Pst), son recogidos por el yate de Rastapopoulos y, finalmente, retenidos en el Ramona, comandado por Allan. Tras un incendio, se quedarán nuestro tres protagonistas solos en el mercante y Haddock se hará con el control del barco, demostrándonos por qué es capitán.
A Hergé le sirvió este cómic para sacarse la espina de la aventura congoleña que lo tildó de racista. Aquí los negros son rescatados por nuestro héroes y no son retratados como subnormales ni son meros monigotes andantes. Sin embargo, algunas personas siguen viendo racismo en el cómic, en fin
También creo que
Stock de Coque es un buen ejemplo de cómo Hergé desarrollaba el guion de una aventura. Introduce un MacGuffin (los aviones del arabair) para dar paso al verdadero conflicto: la trata de esclavos negros. Pues yo creo que en
El Arte-Alfa sucede lo mismo, ese movimiento artístico no es más que una tapadera para llegar a la verdadera acción, que tendría que estar relacionada con el Emir, y de ese modo se podría dar por concluido el conflicto abierto en
Stock de Coque.