Especial de la Vanguardia

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Chester
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Especial de la Vanguardia

Post by Chester » 07 May 2007, 16:38

Hola

El periódico La Vanguardia ha dedicado en su serie Grandes Temas el número del mes de abril a Tintín bajo el título de "Tintín vive".

Cuesta 6 €, yo lo he comprado esta mañana (estas cosas siempre llegan tardísimo a Canarias) por lo que no me ha dado tiempo a leerlo.

Consta de 14 artículos firmados todos ellos por tintinólogos españoles como Joan Manuel Soldevilla, el autor de "Abecedario de Tintín".

Dos artículos, los titulados, "Por tierra, mar y aire" y "Fenómenos paranormales" están firmados por un tal David Baker "Xifort", sólo por eso seguro que vale la pena. :wink:

Hasta pronto
¡Fidji…! ¡Fidji…! ¡Fidji…! ¡Buldú, buldú, buldú! ¡Aya, aya, ayayaaa!

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Nao_CFH
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Post by Nao_CFH » 07 May 2007, 17:48

Saca allguna fotillo pa' verlo anda xD.

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Post by Chester » 07 May 2007, 18:08

Hola

Ahí va la portada

Image

y el sumario:

LA MIRADA QUE ATRAVIESA EL TIEMPO por Jose Carlos LLop

HERGE Y TINTIN VIDAS PARALELAS por Joan Manuel Soldevila

GALERIA DE PERSONAJES por Víctor Niubó

LOS VALORES DE TINTIN por Luis Alberto de Cuenca

EL LENGUAJE EXPRESIVO DE HERGE por Carles Prats

TINTIN GEOGRAFO por Joan Nogué

POR TIERRA , MAR Y AIRE por David Baker "Xifort"

PERIODISTA A SU MANERA por Josep Sucarrats

VIVA EL GENERAL ALCAZAR,,, por Joaquim Luna

HERGE Y LA OBSESION POR EL OBJETO por Josep Maria Montaner

FENOMENOS PARANORMALES por David baker "Xifort"

TINTIN Y LA ALQUIMIA DEL COLOR por Ivan Pintor Iranzo

PLENITUD DE UN COSMOS NARRATIVO por Xavier Pérez

AVENTURAS DE TINTIN EN 22 VIÑETAS por Víctor Niubó

incluye los apéndices:

- para saber más

- viajes

- web

y la agenda con los actos mas destacados del centenario de Hergé

Todos los artículos van ilustrados con dibujos de Hergé. Incluyendo fotos en blanco y negro de Hergé y de su época.

Hasta pronto
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Post by Nao_CFH » 07 May 2007, 18:11

Hablan del Arte Alfa en algún momento ? xD.

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Post by Chester » 07 May 2007, 18:18

No he visto nada del Arte Alfa, de todas formas lo compré hoy antes de comer, sólo me ha dado tiempo a leer lo de Xifort y poco más
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Post by golopu » 08 May 2007, 09:52

Sigue informando. Y mira a ver si puedes transcribir los artículos de POR TIERRA , MAR Y AIRE por David Baker "Xifort" y también me interesa el de TINTIN GEOGRAFO por Joan Nogué.
Que rabia, lo he buscado en el quiosco donde compro habitualmente la prensa y no lo tenían. Ni ahí ni en ningún otro sitio.

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Post by golopu » 08 May 2007, 11:51

golopu wrote:Sigue informando. Y mira a ver si puedes transcribir los artículos de POR TIERRA , MAR Y AIRE por David Baker "Xifort" y también me interesa el de TINTIN GEOGRAFO por Joan Nogué.
Que rabia, lo he buscado en el quiosco donde compro habitualmente la prensa y no lo tenían. Ni ahí ni en ningún otro sitio.

Vale, ya no hace falta. Ha venido el del Kiosko a la oficina y me lo ha traido. Que tio mas majo. Gracias de todas formas.

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Post by Nao_CFH » 08 May 2007, 14:11

Vale, ya no hace falta.
Sí que hace si xD.

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Post by Chester » 08 May 2007, 15:15

Hola

La verdad es que me resulta difícil reproducir los artículos. Las letras y las imágenes están mezcladas por lo que el escaneo no es sencillo, luego habría que corregirlo porque mi OCR no es precisamente el mejor del mundo.

Por otra parte pienso que al ser Xifort uno de los articulistas implicados y ser miembro de este foro, si desea postear sus artículos lo hará él mismo.

Lo que sí puedo poner es el editorial ya que no está mezclado con las imágenes.

Hasta pronto

Editorial

Por qué Tintín nos apasiona

BIENVENIDOS AL UNIVERSO TINTINIANO. Con motivo del centenario del nacimiento de Hergé, que se cumple el día 22 de mayo, Vanguardia Grandes Temas les propone un recorrido por los principales temas y motivos de su obra más conocida, merecidamente inmortal. Somos legión los españoles que hemos crecido alimentándonos espiritualmente con las aventuras de Tintín. A los hijos espirituales del genial periodista, pero también a los integrantes de nuevas generaciones que tal vez se han iniciado en sus peripecias a través de videos u otros formatos, y a todos aquellos que alguna vez se han preguntado por qué Tintín resultaba tan fascinante para tanta gente, va dirigido este número-homenaje.

¿Por qué Tintin? Pues en primer lugar porque sus aventuras constituyen una escuela de valores. Con Tintín y Haddock aprendemos el valor de la amistad, de la honradez, del compromiso con los débiles y contra los déspotas... Pero también de la curiosidad, de la aventura, de la autosuperación, del corazón abierto a los viajes y a las experiencias. Con Tintín nos familiarizamos con las múltiples culturas y geografías del mundo, con los avances de la ciencia, nos adentramos en los misterios del pasado a través de la arqueología y la investigación histórica... Son valores que nos hacen más nobles, más ricos, más completos.

Hergé nos los presenta través de una narración aparentemente fácil, pero en realidad muy elaborada, cargada de simbolismos, de sorpresas. Con una formidable resolución plástica, a través de un dibujo minucioso y claro, perfectamente documentado, en el que cada viñeta es una obra de arte. y que nos remite a una infinidad de referencias arquitectónicas, paisajísticas, iconográficas..., que le dan un valor documental de primer orden.

El recorrido vital de Hergé no es el de una figura monolítica: hay en su itinerario, aliado de los grandes aciertos, puntos dudosos y pasos en falso. Pero su categoría humana y creativa le permite la evolución y la autocorrección, de las que su obra surge reforzada. Y en eso también es ejemplar: Hergé y Tintín crecen y maduran como lo hace una parte de la sociedad europea, de la que es testimonio y espejo. Crecen y maduran, a veces a trompicones, como la mayoría de seres humanos.

En este número, un grupo de expertos, estudiosos o simplemente amantes de la gran obra de Hergé nos brindan sus enriquecedores puntos de vista. Son muy diferentes, pero en algún lugar de sus textos todos apuntan a la misma conclusión: Tintín vive. En el centenario de Hergé, su creación nos sigue interesando, divirtiendo y conmoviendo. En una palabra, nos sigue apasionando.

Sergio Vila-Sanjuán
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Post by Rastapopoulos » 08 May 2007, 15:31

Pues vaya, es una lastima pero algo es algo. En los quioscos de aquí ya no hay nada de eso asi que espero que alguien que lo tenga con el tiempo pueda colgarlo en este foro.

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Post by golopu » 08 May 2007, 18:25

Con Tintín y Haddock aprendemos el valor de la amistad, de la honradez, del compromiso con los débiles y contra los déspotas... Pero también de la curiosidad, de la aventura, de la autosuperación, del corazón abierto a los viajes y a las experiencias. Con Tintín nos familiarizamos con las múltiples culturas y geografías del mundo, con los avances de la ciencia, nos adentramos en los misterios del pasado a través de la arqueología y la investigación histórica... Son valores que nos hacen más nobles, más ricos, más completos.
Totalmente de acuerdo.

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Post by Rastapopoulos » 09 May 2007, 18:20

Golopu, te apoyo con que esa cita es buenisima. He leido las Aventuras de Tintín y me he enriquecido mucho culturalmente, mas que con cualquier otros comics que he leido (Asterix y Obelix, Lucky Luck...)

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Post by Chester » 10 May 2007, 01:04

Hola

Rastapopulos, yo también he aprendido cosas con Tintín, pero con Astérix también, porque te enseña mucho sobre la Roma antigua, las galias, sus costumbres, sus dioses, y de los valores que defiende Tintín como la amistad, el compañerismo y todo eso, e incluso de economía jeje, si se profundiza un poco en los cómics de Astérix uno se da cuenta de que hay mucho detrás.

Claro está que me estoy refieriendo a los que tenían de guionista a Goscinny, los otros :?

Hasta pronto
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Post by Xifort » 13 May 2007, 09:39

TEXTO, SIN ILUSTRACIONES, DE
POR TIERRA, MAR Y AIRE

POR TIERRA, MAR Y AIRE

Los medios de locomoción de Tintín

Tintín es aventura. La aventura implica movimiento y el movimiento se demuestra andando. O quizá no: también el héroe deberá usar vehículos para desplazarse en sus correrías.
Tintín utiliza, a lo largo de veintitrés álbums y medio, infinidad de medios de transporte. Desde el más simple (a pie), junto a los de tracción animal (caballos, elefantes, camellos), van ganado en complejidad (o en fuerza de músculos humanos: balsas, canoas, botes, bicicletas), pasando por automóviles, motocicletas, lanchas y avionetas para llegar, como un James Bond cualquiera, a las cotas máximas de la tecnología (submarino de bolsillo, cohete espacial).
Aunque el estilo de cómic que “inventó” Georges Remi, la línea clara, no deja de ser caricaturesco, el padre del reportero del mechón, ponía el máximo esmero en que sus dibujos reprodujesen la realidad con la mayor exactitud posible. Así, nos es bastante fácil identificarlos con sus modelos originales: el autor los dibujará y redibujará hasta que queden a su gusto.

Pero la relación entre Hergé y Tintín con los medios de locomoción no se limita a Las Aventuras de Tintín. Ya en 1940 Hergé sueña con crear un ambicioso proyecto enciclopédico para enseñar divirtiendo a sus jóvenes lectores. El proyecto, bajo el epígrafe de “Tintín explica” y con el título de Voir et savoir (ver y saber), irá tomando forma y comenzará precisamente por la historia de los medios de transporte, primero en las páginas del semanario Tintin y luego en forma de cromos coleccionables. Desde 1946 hasta 1963, y no sin problemas (las dos primeras colecciones no pudieron terminarse), Hergé, con la ayuda de sus íntimos colaboradores (Jacobs, De Moor, Martin, Leloup y el refuerzo de Fouillé) publica un total de ocho series de cromos divulgativos dedicados a la historia de la aerostación (lo que comúnmente se conoce como “globos”), del ferrocarril, de la marina, de la aviación y del automóvil.


Y precisamente por los automóviles vamos a empezar.
Un gran vicio oculto de Hergé era la pasión por la velocidad. Como Cartoffoli, el milanés de nombre kilométrico, Hergé devoraba las millas entre Bruselas y su lugar de retiro, a orillas del lago Léman con sus fieri macchine: Alfa-Romeo y Lancia. Precisamente en éste último, un 17 de febrero de 1952, le sorprendió la tragedia: Hergé y su afición por la velocidad son los causantes de un accidente en el que su esposa, Germaine, resulta gravemente herida.
El catálogo tintinesco de automóviles abarca desde modestos utilitarios hasta haigas y lujosas limusinas, pasando, cómo no, por impresionantes bólidos de carreras, sin olvidar furgonetas, camiones y todoterrenos.
Las más prestigiosas marcas se suceden viñeta tras viñeta: Ford, Renault, Citroën, Opel, Mercedes, Buick, Packard...
También aparecen en este cómic vehículos de dos ruedas: potentes motocicletas y sidecars que generalmente pertenecen a cuerpos policiales y que Tintín “toma prestadas” en algunas ocasiones. En Tintín y los Pícaros el reportero utiliza un sencillo ciclomotor, que también monta en la inacabada Tintín y el Arte Alfa.

Como el espacio del que disponemos es limitado, elaboraremos un top ten personalísimo de los coches de Tintín:
10-Citroën 5HP (Tintín en el País del Oro Negro). Al comienzo de esta aventura aparecen Hernández y Fernández en un viejo cochecito cuyo motor, en un gran gag, hace “pum” a causa de una gasolina adulterada.
9-Coche bordurio (El Asunto Tornasol). Su diseñador, Jacques Martin se basó en dos Mercedes, el 300SL y el 220S y en el Chevrolet Bel Air. Todos los automóviles bordurios tienen una peculiaridad: en Borduria, donde impera el culto al líder, hasta los parachoques de los automóviles ostentan bigote: los bigotes de Plekszy-Gladz.
8-Ford V8 (La Oreja Rota). Presentado con la fascinante frase “auto ametrallador de la República de San Teodoros”, nos introduce en los vehículos militares. En El Asunto Tornasol Tintín roba un carro de combate bordurio utilizando la misma táctica que con el mencionado V8.
7-Packard Super Eight Coupé (El Cetro de Ottokar). Éste es el coche de un rey. Muskar XIII conduce su propio automóvil, con el que atropellará a Tintín. Gracias al accidente, el reportero comunicará al monarca sus sospechas de conspiración.
6-Lincoln Zephir Cabriolet (Las 7 Bolas de Cristal). Propiedad de Haddock. Llamado el avión terrestre, gozaba de un motor de gran potencia y forma aerodinámica. El vehículo es descapotable, lo que dará juego para uno de los mejores gags de Hergé: los vanos intentos del capitán de subir la capota en un momento de lluvia.
5-Lancia Aurelia B20 GT 2500 (El Asunto Tornasol). Decir Lancia Aurelia es decir Cartoffoli. El gentleman lombardo conduce con gran desparpajo este deportivo carrozado por Pininfarina. Hergé también había sido propietario de un Aurelia: el B12.
4-Bólido rojo del Maharajá (Los Cigarros del Faraón). Un auténtico coche de carreras. Dibujado también por Martin, es la suma de elementos del Alfa Romeo P3, del Era y del Amilcar CGSS, que ya había aparecido en Tintín en el País de los Soviets.
3-Jeep Willys (Tintín en el País del Oro Negro / Objetivo: la Luna). “Desde las ardientes arenas del desierto hasta los fríos hielos del ártico”, decía la propaganda. Es el único vehículo que aparece en dos portadas de Las Aventuras de Tintín.
2-Citroën 2CV (El Asunto Tornasol / Las Joyas de la Castafiore). Para el número dos, un coche con dos caballos para dos mulos (los “gemelos”). A principios de la década de los 80, poco antes de fallecer, Hergé dibujó para Citroën cuatro historietas cortas destinadas a una campaña de publicidad del 2CV.
1-Ford T (Tintín en el Congo) El auténtico númber guán de los automóviles. Declarado como “el mejor automóvil del siglo XX”, el desvencijado Ford transporta a Tintín con toda su impedimenta por la sabana africana e incluso lo utiliza como remolque de un tren descarrilado, descarrilado por el propio Ford, cabe añadir.

Dos son las grandes viñetas “automovilísticas” que destacan sobre las demás: El desbarajuste causado por Latón al llevar el rallye del Volante Club a Moulinsart (última página de Stock de Coque) y el desaguisado del Lancia de Cartoffoli en la plaza del ayuntamiento de un pueblecito de la Haute Savoie (El Asunto Tornasol, pág. 38).


Todos, desde nuestra más tierna infancia, hemos sentido una gran fascinación por los trenes. ¿Qué niño no ha jugado a los trenes como Abdallah y su chuc chuc, imitando a una locomotora en el decauville de Müller en Wadesdah?
Desde mediados del siglo XIX y durante más de una centuria, el tren se convierte en el medio de transporte terrestre más popular, una verdadera institución. ¿Qué hubiera sido de personajes como Sherlock Holmes y Hércules Poirot o de directores como Hitchcock sin el ferrocarril?
Para Tintín y Hergé el tren es un simple instrumento, lejos de cualquier épica. Sin embargo, será protagonista de una treintena de gags a lo largo de 11 álbums.
El tren va perdiendo preponderancia en Las Aventuras de Tintín con el transcurso del tiempo. En los siete primeros álbums abundan gags en los que aparece este transporte, dejando paso más tarde a otros, principalmente al avión.
Ya las primera viñetas publicadas de Tintín se desarrollan en un tren camino de la URSS, aventura que finaliza con una imagen de la desaparecida Gare du Nord Bruselense.
En Tintín en el Congo podemos ver la fragilidad del transporte ferroviario de la antigua colonia belga, que parece gestionado por ADIF, mientras que la aventura norteamericana es un homenaje a Buster Keaton y a su El Maquinista de la General.
Trasladados al continente asiático, constatamos que el ferrocarril es el principal transporte en la India (Los Cigarros del Faraón) y que en la China de El Loto Azul lo utiliza Japón para crear un ficticio casus belli.
Un gag en un paso a nivel en La Oreja Rota –junto a otro casi calcado en El Asunto Tornasol- nos acercará a la Gran Bretaña, patria del ferrocarril, donde en La isla Negra podremos disfrutar de dos grandes escenas: la persecución a través del vagón restaurante y el provecho que obtiene Milú de una gotera en una cisterna de whisky (¡Loch Lomond, por supesto!).
Las últimas apariciones importantes del ferrocarril se ubican en el díptico de Ráscar Capac: abre, como escenario, Las 7 Bolas de Cristal y tiene su momento álgido en los Andes peruanos (El Templo del Sol) cuando el sabotaje del tren obliga a Tintín a saltar desde lo alto de un viaducto en una de las escenas más conocidas de la serie.
Así la magia del tren irá desapareciendo de Las Aventuras de Tintín.


Si el tren queda constreñido entre dos vías, el barco, en cambio, es el paradigma de la libertad. En La Estrella Misteriosa, en el puente del Aurora (un gran fiasco de Hergé a la hora de dibujar: un barquito chiquitito que jamás hubiera podido navegar), la espuma del oleaje nos azota la cara, como si nos acompañasen Verne o Salgari; Conrad, London o Stevenson. El mar es patrimonio del hombre de acción (Tintín y Haddock, el marinero “ad hoc”), en el que no tienen cabida los ratones de biblioteca. El mar es fuente de la auténtica aventura, y el barco es su hogar.

Tintín navega incansablemente a lo largo y ancho de sus aventuras. Es el único medio de transporte intercontinental en el período de entreguerras. Es la era de los grandes transatlánticos: Epomeo, Ranchi, Villa de Lyon, Washington y los reales Thysville, Leopoldville, Normandie, cuando cruzar el charco no equivalía a pasar la noche en una terminal y, de propina, perder las maletas.
¿Cuántas viñetas de Tintín llevan el tuuut que señala la zarpa y nos muestran una sirena y una chimenea, generalmente roja y negra?

También Hergé nos transmite la epopeya del rudo lobo de mar, en constante lucha contra los elementos en pequeñas naves como los Aurora y Sirius de Haddock, el Valmy de Chester, o el Sereno de Allan u otros más grandes como los cargos Harika Maru, Karaboudjan (después Djebel Amillah), Pachacamac y Ramona, todos ellos usados con fines delictivos, o el Speedol Star, donde aprendimos que los buques han de llevar un radiotelegrafista. A la hora de dibujar barcos Hergé era tan maniático que incluso llegó a embarcar para tomar apuntes. Una meticulosidad que después vemos reflejada en el producto final.

El virtuosismo llega con un último álbum marítimo, Stoc de Coque. Aquí se despliega un auténtico ballet acuático en el Mar Rojo. El simbolismo de la lucha del bien contra el mal queda representado por el acorazado USS Los Angeles, que logra socorrer a Tintín del acoso de Mefistófeles.

Mención aparte merece el Unicornio, buque de guerra de tercera clase de la armada de Luis XIV, comandado por un antepasado del capitán: el caballero Francisco de Hadoque. La búsqueda del pecio de este buque y del tesoro que aparenta contener es el leitmotiv del díptico más famoso de Las Aventuras de Tintín, compuesto por El Secreto del Unicornio y El Tesoro de Rackham el Rojo. Un magistral ejercicio de recreación histórica llevado a cabo por Hergé.

El gran símbolo marino de Tintín es el submarino-tiburón de Tornasol. Con él, a pesar de las reticencias de Haddock, podrán localizar los restos del Unicornio (El Tesoro de Rackham el Rojo). La venta de la patente a la Armada permitirá comprar el castillo de Moulinsart donde residirán a partir de entonces Tornasol, Haddock y Tintín.
Al sumergible de Tornasol le acompañarán otros dos, ambos en Stock de Coque, el U-boot de Kurt y el minisubmarino en el que huye Rastapopoulos, que nos recuerda al de Emilio Largo en la bondiana Operación Trueno.


Desde los tiempos de Ícaro el hombre ha ansiado volar, y en el siglo XX ha alcanzado su anhelo. En esta línea, Las Aventuras de Tintín es un amplio catálogo de aeronaves de todo tipo: en el primer álbum ya aparece un avión (y con ello la sorprendente capacidad de pilotar de un jovenzuelo de dieciséis años).

Las primeras aventuras de Tintín, en los años 30, son contemporáneas de una época pionera en la aviación. Una vez consolidada la mecánica, empezaban los grandes retos. Los récords de distancia y de resistencia, así como los raids, estaban a la orden del día. Hergé, gran maestro de la actualidad, decidió aprovechar esta estética. El avión que aparece en Tintín en el Congo es un homenaje a la gesta de los aviadores belgas Fabry y Vanderlinden, triunfantes del raid Bruselas-Leopoldville; la Hero parade que cierra Tintín en América es calcada a la que recibió Lindbergh en su momento; y con el De Havilland DH-80 Puss Moth de la versión coloreada de Los Cigarros del Faraón (en la versión en blanco y negro era un Dewoitine) Tintín hace un increible salto que le lleva de Arabia a la India -4.500 km. de recorrido- quizá para emular a Jim Mollison que con el mismo modelo completó los raids Australia-Inglaterra e Inglaterra-Sudáfrica. Como nota curiosa, mencionaremos que Abdelaziz Ibn Saud tenía un Puss Moth en esa época.

A finales de los años 30 la aviación comercial y el consiguiente transporte de pasajeros están consolidados. Bazaroff, el traficante de armas, se desplaza en su avión particular (La oreja Rota) y Tintín toma el avión tanto para volver desde Londres (La Isla Negra) como para trasladarse a Klow (El Cetro de Ottokar). En ambos casos se trata de un Savoia Marchetti SM73. Aquél será sustituido por un reactor Trident en la revisión de La Isla Negra de 1966. También viajará en aparatos McDonell Douglas DC-3 y DC-6, Convair, Lockheed Constellation y Boeing: 707 y 747 Jumbo.
A medida que decae el ferrocarril, Tintín utiliza el avión cada vez más como medio de transporte. A partir de El Asunto Tornasol ya no volverá a pisar una estación. Todo serán aviones: Ginebra, Szohôd, Wadesdah, Beirut, Nueva Dehli, Katmandú, Sidney, Tapiocápolis, y, finalmente, Nápoles en su último vuelo en Tintín y el Arte Alfa.
Con el viaje a Szohôd (El Asunto Tornasol) Hergé nos regalará el delicioso gag del esparadrapo, y en este sentido tampoco podemos olvidar las acrobacias aéreas de Hernández y Fernández en La Isla Negra.

Pero aunque el aéreo es el transporte más seguro, los aviones a veces caen. Por falta de combustible, el Puss Moth; por una tormenta, el hidro Bellanca Peacemaker de El Cangrejo de las Pinzas de Oro (que cae en el desierto, como Tonio St-Ex, quien en 1943 describirá su encuentro con un niño rubio); la providencial avería del DC3 en Stoc de Coque y la tragedia de otro DC3, el que transporta a Chang sobrevolando el Himalaya (Tintín en el Tíbet). En este último caso, Hergé debió cambiar a Sari Arways el nombre inicial del propietario del aparato accidentado tras las protestas de Air India.
También aparecen aviones de guerra: Hawker Hurt, Messerschmidt BF 109, Spitfire y De Havilland Mosquito, cuyos ataques en Stock de Coque son comparables a la plástica del Whaam! de Lichtenstein.

Pero la auténtica estrella de la aeronáutica tintinesca no salió del lápiz de Hergé, sino del de Roger Leloup. Hablamos, cómo no, del Carreidas 160, la maravilla tecnológica de Laszlo Carreidas, caricatura del magnate Marcel Dassault.


Extasiémonos, para acabar, con la obra magna de Tornasol: el cohete lunar.
El cohete que lleva a la Luna a Tintín y sus amigos no es simple ciencia-ficción: es ficción científica.
Hergé se documentó con los científicos Heuvelmans y Ananoff y bebió de las conclusiones del I Congreso Internacional de Astronáutica celebrado en Londres en 1950 bajo los auspicios de la British Interplanetary Society para crear un artefacto que tiene una gran similitud con las famosas V2 de von Braun.
No fue el único que utilizó las conclusiones del Congreso, dos películas norteamericanas parecen dirigidas por el dibujante belga: Destination Moon (¡el mismo título lleva la traducción al inglés de Objetivo: la Luna!) y Rocketship X-M.

A pesar del rigor científico aplicado por Hergé, el cohete sólo podrá llegar a nuestro satélite gracias a la más pura ciencia ficción, gracias a dos inventos de Tornasol: la tornasolita y el motor atómico.
La tornasolita es un producto a base de silicona que resiste las más altas temperaturas. Recubrirá el motor atómico para evitar fugas de radiación y la parte exterior del cohete para evitar el sobrecalentamiento del fuselaje en los momentos de despegue y reentrada en la atmósfera terrestre.

El motor atómico de Tornasol es de fisión y utiliza el plutonio como combustible, lo que reporta grandes ventajas si lo comparamos con su homólogo Saturno V del proyecto Apolo. La NASA, más atrasada tecnológicamente que el Centro de Investigaciones Atómicas de Sbrodj, tuvo que utilizar motores convencionales para sus cohetes. El problema con el que se encontró la NASA era que junto al combustible, queroseno, también tenía que transportar el comburente en forma de oxígeno líquido. Para superar la gravedad terrestre es necesario alcanzar una velocidad de 11,2 km/s (40.320 km/h), lo que representaba para el Saturno un consumo de 15 toneladas por segundo, es decir, entre queroseno y oxígeno, unas 2.700 toneladas. Así, los cohetes de la misión Apolo transportaron a la Luna una carga útil de casi 5.500 kilos, sumando cápsula, módulo, instrumentos y astronautas, lo que implicaba que el aparato debía pesar entre combustible, comburente y depósitos un total de 3.000 toneladas.
El cohete de Tornasol tiene una altura de 79 metros, contra los 110 del Saturno, pero todo él es carga útil. Este pequeño detalle permitirá poner en la Luna una gran cantidad de instrumental e incluso un pesado y emblemático vehículo de exploración: el tanque lunar.
Gracias al motor atómico, a la aceleración constante y al principio de inercia, la duración del viaje espacial de Tintín es exactamente de 4 horas, 1 minuto y 34 segundos, con una velocidad punta de ¡216.000 km/h!. No esta nada mal comparado con las más de 109 horas que tardó Armstrong en recorrer la misma distancia.
No sabemos si los ingenieros norteamericanos leyeron Las Aventuras de Tintín, pero lo que sí es cierto es que entre 1956 y 1972 trabajaron en el proyecto NERVA, cuyo objetivo era la posibilidad de construir un motor nuclear para propulsar cohetes.


La inmensa mayoría de los medios de transporte que aparecen en estas historietas se basan en el motor de explosión, icono sociocultural y máximo exponente del siglo XX, símbolo de la modernidad, de la evolución y del dinamismo –como muy bien supo ver Balla-.
En esta tesitura, los vehículos de Tintín se han convertido a su vez en conocidos iconos que han nutrido ampliamente el mundo del merchandising (y, de paso, las arcas de Moulinsart, SA) a partir de las figuras creadas por los escultores Aroucheff, Leblon-Delienne, Poliakoff y las miniaturas comercializadas por Atlas.
Para acabar, no podemos olvidar aquí dos vehículos que si bien no son tintinescos, no dejan de ser también iconos hergeanos: el avión supersónico Stratonef H22 y el tanque submarino de Las Aventuras de Jo, Zette y Jocko.
Muchos de los medios de transporte creados por Hergé para sus cómics ya han pasado al imaginario colectivo. No necesitan ninguna presentación, y en particular el más popular de todos ellos: el Cohete Lunar.

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Xifort
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Post by Xifort » 13 May 2007, 09:41

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FENÓMENOS PARANORMALES


FENÓMENOS PARANORMALES


La línea clara se basa en el principio de la aventura realista. Sin embargo, en Las Aventuras de Tintín encontramos ciertos elementos excepcionales que no se ajustan exactamente a la realidad cartesiana.
Hergé, siempre con los pies en el suelo, no abusa de hechos extraordinarios en sus historias, aunque a veces nos regala ciertos detalles en los que lo paranormal tiene un papel protagonista.

La descripción de fenómenos extraños que escapan a toda lógica es una constante universal que podemos hallar en todas las culturas humanas. Al constatar esos hechos, el hombre trata de racionalizarlos, aunque es muy difícil intentar explicar lo inexplicable o lo desconocido. Tras vanos intentos de aplicar el método científico se ha concluido que no coinciden con la ciencia. Por lo menos, no con la ciencia que conocemos, lo que lleva a la leyenda y la fantasía. Este tema inagotable da mucho juego para un cómic y los autores han recurrido a ello en innumerables ocasiones.

Todos, aunque nos mostremos aparentemente escépticos, conservamos una pizquita de credulidad o, como mínimo, un atisbo de duda. Hergé también. Llegó a confesar públicamente su creencia en la existencia de fenómenos paranormales e incluso, durante una época, fue un apasionado de la astrología: él mismo se consideraba un géminis de pura cepa. Esta convicción ha llevado a que se haya publicado diversos estudios basados en la posible influencia de la astrología en sus cómics.
Hergé también reconoció más de una vez que creía en los sueños premonitorios y, asimismo, estaba convencido de que en el Tíbet sucedían hechos extraordinarios.

Por otra parte, estas creencias le hicieron temeroso o quizá pudoroso a la hora de tratar ciertos temas, como el espiritismo: Las apariciones de fantasmas en Las Aventuras de Tintín siempre tienen una explicación (tres casos: Tintín disfrazado hace huir a sus perseguidores en Tintín en el País de los Sóviets, un fugitivo que se resguarda de la lluvia con una sábana (Los Cigarros del Faraón) y en La Oreja Rota unos vecinos confunden un fantasma con un loro). Como excepción se atreve a ofrecernos una visión del infierno (La Oreja Rota) donde los malos van a parar escoltados por unos graciosos diablillos.


Brujos, chamanes y faquires

En Las Aventuras de Tintín hallamos una serie de individuos que hacen de los fenómenos paranormales su oficio o su condición. En las culturas de religión animista hay personas que poseen una sensibilidad o conocimiento especiales del mundo espiritual que les destaca del resto de la comunidad. Un claro ejemplo lo tenemos en Tintín en el Congo: Muganga (que en bantú quiere decir witch doctor o hechicero). Pero cuando aparece un blanquito con su tecnología occidental se altera el statu quo, y el miedo a perder su posición social lleva al brujo a la conspiración. Otro tanto podríamos decir del chamán arumbaya (La Oreja Rota), harto de la influencia de Ridgewell y de Tintín sobre su pueblo.

Aparte están los faquires. Son, simplemente, ascetas hindús. La práctica del ascetismo les ha llevado a liberarse del dolor mediante un camino de perfección, común a muchas religiones. En Europa la tradición les ha convertido en seres dotados de insensibilidad física y se les ha considerado simples comefuegos y tragasables de teatro de variedades (lo que, por cierto, parece un insulto de Haddock). Generalmente se ganan la vida de las limosnas que les ofrece el creyente, aunque unas veces utilizan juegos de manos para atraerse al público y otras... pues se sirven de hechos que alteran toda lógica.

Hergé nos presenta en su obra cinco faquires: El faquir sin nombre (Los Cigarros del Faraón), “vergüenza de la profesión” al servicio de Rastapopoulos; Cascapinchos (El Loto Azul), que como su propio nombre indica es capaz de mortificar su cuerpo sin sufrir dolor alguno; Ragdalam, el rey del Music Hall bruselense (Las 7 Bolas de Cristal) y los dos últimos en la saga de Jo y Zette, en El Valle de las Cobras: Rabindah (otro faquir malo) y Mahra Bey, a quien la picadura de una avispa impide representar su número de “El hombre que no conoce el dolor”.
Los faquires no son los únicos en dominar ciertas artes. Si Cascapinchos resulta un as de la quiromancia, la anciana gitana de Las Joyas de la Castafiore no es manca. Mientras el faquir sin nombre es capaz de hipnotizar hasta las piedras, Ezdanitoff (aunque con la ayuda de unas gafas muy especiales, Vuelo 714 para Sidney) también tendrá esa capacidad. Ragdalam también es hipnotizador. Mediante esta técnica induce al trance a Mme. Yamilah, quien en tal estado se convierte en una vidente asombrosa. Estas habilidades se transforman en un número más de un espectáculo de variedades, donde la imposibilidad de mentir de Yamilah, hace que en unas cómicas viñetas (que fueron eliminadas al editar el álbum) sea capaz de “ver” que el capitán lleva una petaca de whisky y media docena de monóculos de recambio en el bolsillo y que el abrigo de una espectadora es de piel de conejo.

Los faquires, rodeados por el halo de los misterios de Oriente y poseedores de poderes desconocidos, representan un importante elemento exótico que refuerza el argumento de la aventura (cuerda mágica, ¡enderézate!).


La maldición de la momia

El terror sobrenatural es también una constante en la literatura, el cine y el cómic.
A partir de los años 20, con el descubrimiento de la KV 62 (la tumba de Tutankamón), nace la leyenda de la maldición de la momia. En Los Cigarros del Faraón, con los vapores de opio, ya se apunta este tema, que estalla con gran intensidad en Las 7 bolas de Cristal.
La trama está muy bien construida por Hergé: en la primera página, como advertencia, ya nos introduce en el concepto de maldición. Progresivamente la maldición irá cobrándose víctimas y una vez en casa del profesor Bergamotte, la atmósfera que se respira nos llevará paso a paso a un clímax de franco terror. Aquí Hergé utiliza la siguiente técnica narrativa: Primero, Bergamotte nos presenta la momia; comienza una amenazadora tormenta, lo que hace que la explicación del profesor se desarrolle entre batir de persianas y el fragor de rayos y truenos (¡Qué el cielo no se desplome sobre nuestra cabeza!). A continuación se produce el extraordinario fenómeno de la centella (uno de los mejores gags de toda la obra hergeana) y la consiguiente desaparición de la momia. En ese ambiente, los protagonistas empiezan a sufrir pesadillas, que finalizan con una nueva víctima –Bergamotte-, torturado por la magia negra y el vudú que practica el Inca.
Tornasol, posteriormente, será secuestrado, pero eso ya es otra historia...


El zahorí del abrigo verde

¿Quién no conoce algún sensitivo? La radiestesia es la capacidad del ser humano para percibir el magnetismo que emana de las fuerzas telúricas y en especial de las corrientes acuáticas subterráneas. La rabdomancia es la técnica utilizada por el radiestesista para evidenciar ese magnetismo. El sensitivo se equipa con algún elemento que haga evidente sus cambios fisiológicos. Generalmente se trata de una varilla, una rama ahorquillada o un péndulo. En la última viñeta de la página 38 de El Tesoro de Rackham el Rojo es donde aparece por primera vez el conocido péndulo de Tornasol, más famoso que el de Focault. Con ello el profesor intentará averiguar dónde se oculta el tesoro del pirata, siempre más hacia el oeste.
La radiestesia fue una tradición muy popular ya desde tiempos inmemoriales en China, Egipto y las Grecia y Roma clásicas. Aún hoy en día hay infinidad de radiestesistas contratados para encontrar pozos de agua y otros que prestan servicios en compañías mineras o petrolíferas. Incluso numerosos ejércitos cuentan con cuerpos de zahoríes.

En Las Aventuras de Tintín no sólo Tornasol ejerce esta habilidad, también tiene imitadores: con su mismo péndulo, en El Templo del Sol, Hernández y Fernández intentan hallar infructuosamente el paradero del sabio secuestrado. Lo que no todo el mundo sabe es que Tintín buscó y encontró agua con unas varillas de paraguas en la edición semanal de Tintín en el País del Oro Negro que se publicó en Le Petit Vingtième en la primavera de 1940.


El país de las posibilidades imposibles

Tintín en el Tíbet es una terapia que utilizó Hergé en una época de grave crisis personal, por lo que este álbum es susceptible de diversas interpretaciones.
Desde el punto de vista paranormal aparecen diversos elementos.
Las pesadillas que sufría le llevaron a conocer la obra de Jung y el fenómeno del sincronismo.
Las primeras páginas pueden explicarse en función de ello. En la elaboración de esta teoría Jung y Planck mezclan una serie de conceptos tan complicados como las singularidades desnudas, la desaparición de la relación espacio-tiempo (o causa-efecto), la mecánica cuántica o los universos paralelos.
El sincronismo se define como el estudio científico de las coincidencias. Lo que para la mayoría son meras coincidencias, para Jung son hechos que se pueden producir si se dan determinadas circunstancias tales como grandes tensiones emocionales o peligro. Estas circunstancias pueden ser captadas por el inconsciente gracias a la figura del arquetipo. El arquetipo, a su vez, estaría constituido por una especie de energía psíquica que acumula las experiencias colectivas de la humanidad y que habría evolucionado hasta ir ligado al inconsciente (como los viajes de las anguilas y los salmones, pero a escala humana).

El sincronismo hace partir a Tintín hacia el Tíbet en busca de Chang. ¿Por qué el Tíbet? La localización estaba clara para Hergé: es el reino de la espiritualidad y la mística, un lugar donde, además, predomina el budismo tántrico (es decir, mágico) que confiere al practicante poderes sobrenaturales.
El lama Rayo Bendito tendrá los carismas de la levitación y de la clarividencia. No es de extrañar, ya que Georges Remi creía en la taumaturgia tibetana y su principal fuente de documentación fue la obra de Alexandra David-Néel, viajera, teósofa, gran estudiosa de los tantra y la primera mujer occidental que visitó Lhasa.

Otro personaje de rango protagonista que aparece en este álbum es el yeti o migú. Aunque en la zona hay una gran tradición sobre estos seres –considerados casi como una divinidad-, no es hasta los años 20 cuando las expediciones alpinistas británicas que intentaban coronar el Everest importaron la leyenda a Europa. Hay tantas teorías como estudiosos para explicar la posible existencia de un Abominable que en este álbum se nos presenta como muy humano.
Hergé se documentó a fondo sobre este desconocido habitante del Himalaya. Se asesoró con la primera autoridad mundial en criptozoología, su amigo Bernard Heuvelmans, con quien había coincidido en Le Soir durante la guerra. Juntos profundizaron e investigaron múltiples declaraciones de testigos para crear un yeti creíble.

No se trata del primer póngido gigante que aparece con Tintín, en La Isla Negra ya habíamos visto al gorila Ranko, basado en King Kong (por cierto, la película favorita de Adolf Hitler, según decía el Trivial Pursuit).


No es terrestre

Ya en la portada de Vuelo 714 para Sidney Hergé adopta una estética muy particular, pero ¿por qué?. El cruce entre los moai de la isla de Pascua y los shakkoki dogu de la cultura Jomon en la portada nos introduce en las tesis de una influyente corriente literaria que llegó a ser muy popular entre los años 60 y 70: el realismo fantástico, y con él la astroarqueología, neologismo que funde los términos estrella y arqueología, y que se podría definir como ciencia que estudia los restos arqueológicos dejados por los extraterrestres en sus visitas a la Tierra en épocas remotas. De la mano de autores como Bergier (que inspirará directamente el personaje de Mik Ezdanitoff), Pauwels, Charroux, Kolosimo y posteriormente von Däniken y Benítez, se estudia la herencia extraterrestre a lo largo y ancho del planeta.
Y yo aún diría más. A la astroarqueología se le suma la ufología, el estudio del fenómeno OVNI, del que se produce una auténtica riada de títulos, con autores tan conocidos como Vallée, Edwards, Michel y en nuestro país Ribera, Ballester, Faber-Kaiser...

Este álbum está plagado de elementos que refieren imágenes de origen extraterrestre. Estatuas, petroglifos y signos variopintos se reparten en diversas viñetas. Hergé efectúa un cuidadoso trabajo de síntesis de representaciones gráficas de diferentes culturas para ofrecernos el presunto legado de los extraterrestres plasmado en las paredes de la cueva de la isla Pulau Pulau Bompa. Alguna de estas imágenes se ha convertido en un icono tintinesco: la cabeza gigante basculante, denominada el cosmonauta, que aparece en la página 43. Para su diseño Hergé fusionó dos piezas: un monolito olmeca, llamado Cabeza Colosal nº 4 y otra, que representa una divinidad femenina polinesia: Ho Maki Hi Taua Pepe.

Pero los extraterrestres no sólo nos visitaron en la prehistoria. Hergé aboga por su presencia actual en la Tierra. Aunque con muy buen tino no los dibuja, sí representa una de sus naves: un típico platillo volante estilo Heflin. Y con el OVNI, viene Mik Ezdanitoff. Ezdanitoff es un contactado (en la línea de iluminados como Adamsky, Siragusa, Raël –de quien Akass (Tintín y el Arte Alfa) toma su vestimenta y sus ¡Aom!; Raël también inspiró el personaje de El Profeta, en La Posibilidad de una Isla, de Houellebecq- y los representantes de Urantia o Ummo) que usa tecnología proporcionada por los extraterrestres: un aparatito acoplado a sus gafas le permite establecer conexiones telepáticas e hipnotizar al prójimo.
Tan evidentes son las visitas de los aliens que incluso el propio Tornasol asume su existencia. Tras hallar un perno y analizarlo concluirá: ¡Luego este objeto es de origen extraterrestre!. Se puede decir más alto, pero no más claro.
Además Tintín y sus compañeros serán abducidos y, siguiendo la tradición iniciada con el caso Hill, sus recuerdos serán borrados del cerebro. Sólo Milú los conservará: ¡Si pudiese contar todo lo que he visto! ...Pero no me creerían.


Nunca nos cansaremos de repetir que Georges Remi fue un hombre de su tiempo que bebía en las fuentes de la actualidad –de su actualidad- a la hora de elaborar sus cómics. De esta manera, los booms mediáticos y el zeitgeist que vivió influyeron en gran medida en su trabajo.
Partiendo de un sustrato proclive a los fenómenos paranormales, asimiló lo que estaba en el ambiente en cada momento: la multitud de espectáculos pseudocircenses de faquires en barracas de feria tipo Freaks de los años 20 y 30; el sensacionalismo con el que los periodistas trataron las “misteriosas” muertes de Lord Caernarvon y otros asistentes a la apertura de la tumba de Tutankamón; la tan común radiestesia, de la que incluso en los años 30 se llegaron a publicar manuales; la idea de un Tíbet mágico, potenciada en los años 50 por el éxito editorial de los libros de Lobsang Rampa, quien luego resultó ser un simple oficinista británico y, finalmente, la ingente cantidad de obras que sobre el llamado realismo fantástico abarrotaban las librerías no hace demasiados años.

Así fueron las cosas, y así Hergé nos las ha contado.

Xifort.

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