Pues como hoy he terminado con la selectividad y como diría Tornasol "Todo ha acabado bien", en espera de resultados estoy, me lanzo a escribir mi impresión personal de este cómic. Poco o nada voy a añadir a lo que magníficamente ya han señalado otros usuarios como Paulus o 1959, pero daré mi propio punto de vista.
Para mí,
Las 7 bolas de cristal es junto con el comienzo de
La estrella misteriosa 
y el díptico lunar el álbum más dramático de la colección y este drama tiene su máximo exponente en la viñeta del hospital donde agonizan los expedicionarios. También quiero señalar que es el único díptico en el que prefiero la primera parte a la segunda y es que, tengo que reconocer a mi pesar que
El templo del sol no me entusiasma mucho.
Con
Las 7 bolas de cristal Hergé hace un impecable ejercicio de técnica narrativa a la altura de los mejores en este aspecto (
Las joyas de la Castafiore,
El asunto Tornasol...). Como muy bien señala 1959 podemos dividir el cómic hasta la página 36, efectivamente, todo ese aroma mágico y tétrico que envuelve el cómic desaparece para dar lugar a una historia policíaca y a explicaciones racionales. Por tanto, dividimos este cómic en una primera mitad donde el clima de tragedia, decadencia, drama y tensión está muy acentuado y encuentra su clímax en la agobiante secuencia en casa de Bergamotte. Tras este clima de agobio y asfixia viene la segunda mitad del cómic que sigue manteniendo su dramatismo pero el componente mágico y la tensión desaparecen, el clima de normalidad y de racionalidad resurgen.
A mí me encantan las dos, tanto la primera como la segunda y me chifla que se haga esta combinación. Si algún usuario ha visto la película
El infierno del odio comprobará que sigue la misma estructura: la primera mitad en un ambiente cerrado, bochornoso, agobiante y dramático, y la segunda mitad es una investigación policial de primera, de hecho, creo que esta película se ha proyectado en academias de policía. No sé si Akira Kurosawa leería este cómic, pero la estructura es igual.
En el álbum hergeniano vemos a un Haddock burgués y decadente, un nuevo rico empecinado en querer emular a un aristócrata, se ha convertido en un esnob y va a espectáculos para burgueses decadentes. Quiere mantener la apariencia de ser algo que en realidad no es. La escena en Music-Hall está conseguidísima y es una buena forma de introducir soterradamente el drama que se avecina. Uno a uno van cayendo los miembros de la expedición y alcanza su zénit en la secuencia en casa de Bergamotte. Me encanta la habilidad de Hergé para crear atmósferas y la atmósfera de miedo y terror está muy lograda en esa parte, llega a lo más alto cuando asistimos a la pesadilla de Tintín en la que vemos a la momia lanzándole a nuestro héroe la bola. ¿Las viñetas más perturbadoras de la colección? seguramente.
Tras la tempestad viene la calma, una calma relativa ya que el buenazo de Tornasol es secuestrado. Comienza la parte policiaca del álbum y Hergé despliega su maestría a la hora de hacer un thriller. La acción no da al lector ni un respiro y nos encontramos ante una especie de resurgir de la aventura en su máximo exponente. Este resurgir de la aventura tiene su ejemplo más claro cuando, embriagado por la idea de la aventura, Haddock decide acabar con esa artificial máscara de burgués y, completamente animado, vuelve a ser el mismo Haddock de siempre, dispuesto a afrontar mil peligros.
La aventura concluye con un final agridulce... Por un lado la tristeza que produce ver el sufrimiento de los miembros de la expedición y por otro el no haberse podido rescatar a Tornasol. Pero el hecho de haber encontrado su sombrero ya es algo, ya se sabe en qué dirección va. Por fin una gota de optimismo en un mar de tragedia. La aventura concluye dando la posibilidad al lector de imaginar una exótica aventura en tierras peruanas.