Dicen que uno de los pocos placeres mayores que el de la lectura es el de la relectura. Y releyendo los álbumes me sorprendo (o no tanto) descubriendo que historias que hace años no me interesaban, ahora me entusiasman. La verdad es que Objetivo (1950) nunca fué santo de mi devoción, ni en mi niñez ni posteriormente en la adolescéncia.
Hecha una relectura ahora, pasados los 30, he de decir que me parece un título fantástico. Me he encontrado con una historia pausada, sobría, de una gran solidez (quizá por eso no supe apreciarla en mi juventud). Me recuerda un poco, salvando las distancias, a Las Joyas de la Castafiore, en el sentido que no ocurre nada especialmente destacable, y sin embargo la historia te atrapa (tampoco supe apreciar Joyas en mi niñez).
Paso a enumerar los aspectos del álbum que han llamado mi atención:
El aspecto gráfico, aún estando lejos de los mejores títulos (Asunto o Tíbet por citar dos) llama la atención por su...mmm...como definirlo: símetria, equilibrio, orden, es casi matemático, reflejando la atmosfera científica de la trama. También es el primer álbum con De Moor en el equipo (decorados y diseño del cohete).
Quizá por ese contraste con el tono académico del álbum, resaltan más los gags. Los de Milú en concreto me parecen de los mejores de la serie (pags 12, 14, verlo pasearse por las instalaciones con ese traje es desternillante. Pag 21 séptima viñeta, ver las expresiones del perro en pag 47).

Tanto el inicio como el final del álbum me parecen logradisimos. Las páginas 4 a la 7 son de gran maestría narrativa. Mientras que las finales (56 a 58) son un espectaculo que te hacen palpar la tensión del momento. Ese cohete en la noche es un espectaculo que roza lo poético, que vamos contemplando a medida que se despeja la pista de despegue.

El final de la página 19, la 20 y la 21 son un ejemplo de lo que antes llamaba sobriedad. Es quizá el momento más emocionante de la trama, y Hergé se lo ventila con una sencillez superlativa (permitiendose introducir una manada de ositos). Estas páginas me parecen bellisimas.

Las paginas 44 y 45 son una gozada. Introducirnos con los personajes en el interior del cohete, y cotejarlo con el plano de la pag. 35 es divertidisimo. Sin duda, un gran acierto de Hergé hacerse montar una maqueta del cohete.
:bien: